Como un miembro de la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012), te puedo decir que no recuerdo cuándo fue la última vez que entré a una tienda fast fashion y salí con una bolsa de compras. Es simplemente algo que no me había cuestionado y que ahora que lo pienso es un buen hábito que formé casi sin darme cuenta al descubrir que hay otras alternativas. Pero lo más interesante es que no estoy solo, se trata de toda la nueva generación que casi inconscientemente se ha hecho el hábito de comprar menos prendas pero de mejor calidad. El fenómeno de cambio de ideología de los jóvenes frente a la moda rápida ha ganado aún más relevancia con la desaceleración forzosa causada por esta pandemia de coronavirus .
Foto: Shutterstock Desde mediados de marzo y principios de cuando comenzó el confinamiento para casi todo el mundo, el ritmo de consumo de ropa nueva ha disminuido considerablemente y ha aumentado el reciclaje , reutilización y reventa de prendas. Además, la mayoría de la gente ya está consciente del impacto del fast fashion y ahora en adelante comprará menos ropa.
Foto: Shutterstock La tendencia de consumo de esta generación es la , lo que significa hacer que las prendas tengan la mayor vida útil posible, pasando por diferentes manos antes de ser descartadas y recicladas, claro. Ahora, la ropa tendrá que ser hecha como antes; para durar. Será un reto para las marcas de fast fashion que producen prendas de baja calidad. A diferencia de otras generaciones del pasado, para la Gen Z la moda no es una forma de encajar, sino una herramienta para construir una identidad única. Esto es algo que el fast fashion no tiene, ¿cuántas veces no traías la misma prenda que alguien más?, pero que la moda vintage sí nos da ¿cuánta más gente tiene esa misma bolsa más vieja que tú? Nadie.
Foto: Shutterstock