Toda mi vida he sido la persona más friolenta que conozco, pero desde hace tiempo me llamaron la atención las fotos de estos “locos” que metían el cuerpo hasta el cuello en una tina con agua y bloques de hielo que parecían salidos de Titanic. ¡Qué pánico! Aun así, todo en esas imágenes –sobre todo su expresión facial tan serena y centrada– me impresionó tanto que me puse a investigar.
El club del hielo: la experiencia inmersiva en hielo que querrás probar
Consulté a un gran amigo que ya había hecho inmersión en hielo y escuchar su revelación me hizo pensar seriamente en las contadas veces que me he lanzado a hacer algo fuera de mi zona de confort. Verdaderamente estaba considerando entrarle a esta aventura; pero yo, como buena overthinker que soy, estaba preocupada por todo: si me atrevería a hacerlo, si me iba a desmayar, si me haría daño estando enferma y otras tantas creencias que, hoy me doy cuenta, no eran ciertas. Siguiendo el consejo: “no lo pienses, ve y disfrútalo, no te vas a arrepentir”, llegué a Begoña García y a El Club del Hielo.
Total, pensé que como cualquier otra cosa en la vida, si me daba miedo, podía decir que siempre no; solo que ya estando ahí no hubo manera de no intentarlo a fondo. ¿El resultado? Vi en mí misma a una persona que no tenía el placer de conocer. Así que lista o no, ¡bienvenida al Club!
La experiencia en el El Club del Hielo fue llegar a Casa Versalles –uno de los lugares frecuentes donde se reúnen– vestida con la etiqueta de total black que lo distingue (#amamos) y entrar a un espacio en donde coexistíamos principiantes con distintos propósitos. Algunos querían ver cuánto podía “aguantar” su cuerpo en el agua helada, otros habían escuchado que esta práctica ayudaba a regular síntomas de la depresión, el estrés y la ansiedad.
Una persona en particular había vuelto al taller porque lo aprendido le estaba ayudando en su lucha y recuperación contra el cáncer. El camino de Begoña no era como el de otros instructores certificados. Ella empezó su práctica por haber soñado con ballenas, sí, tan peculiar y bonito como suena. Vivía estresada y enojada por su trabajo, lo que empezó a inflamar sistemáticamente su cuerpo y a desequilibrar sus hormonas y química corporal.
Pero sus sueños le hablaban y decidió antender el llamado, así que entrenó a su cuerpo para poder ir a nadar con las orcas en el Ártico, y fue así como llegó al Método Wim Hof. Prepararse significaba aprender a convivir con el frío extremo, y cuando ella pensaba que estaba entrenando para hacer lo que pocas personas habían hecho, descubrió que esto le estaba ayudando en ese largo y cansado camino para recuperar su salud; su cuerpo se estaba desinflamando. Así que se dedicó a conocer el método y nunca lo dejó.
El taller te lleva por tres pilares creados por el mismo Wim Hof y que hoy en día están respaldados por la ciencia:
1. Respiración consciente
La práctica empieza por ejercicios de respiración con distintos intervalos de tiempo y ritmo donde sometes a tu cuerpo a hiperventilaciones controladas y retenciones de aire, con el objetivo de aumentar la tolerancia de tu cuerpo al CO2. Uno de los mayores aprendizajes fue entender que toda respiración debe ser por la nariz y utilizando el diafragama (para esto ayuda inflar la panza).
El protocolo completo de respiración dura aproximadamente 30 minutos y es normal que te sientas mareada, con hormigueo en las manos y los pies, incluso puedes llegar a sentir calambres, pero TODO ESTO ES NORMAL, es tu cuerpo reaccionando a la concentración de oxígeno. Se está alcalinizando el pH de tu sangre y limpiando residuos bioquímicos (los que inflaman las células y provocan enfermedades).
Sientas lo que sientas, tu único trabajo es confiar, tu cuerpo ya sabe qué hacer. Esta práctica llega a desbloquear emociones porque puede estimular tu glándula pineal (la “sede del alma”), así que no te preocupes si te dan ganas de llorar. Una vez terminado el protocolo de respiración, se revisa la ciencia del segundo pilar (la exposición al frío), lo que te prepara para la inmersión en la tina con hielo.
2. Exposición al frío
Begoña te enseña a intencionar el agua, pues este elemento tiene la capacidad de manifestar la vibración de la palabra y el pensamiento. Puedes pedirle fuerza, claridad, ligereza, el frío es un gran maestro y estás a punto de entenderlo. La temperatura del agua en la tina está entre 3 y 5° C, o sea muuuy fría y tú estás en traje de baño a punto de entrar, es una escena surrealista. Inhalas-exhalas y adentro... el primer momento es un shock brutal para el cuerpo, literalmente empiezas a temblar, se acelera tu respiración, sientes pinchazos, se activa tu modo de supervivencia y lo único que piensas es en salirte corriendo de ahí.
Sin embargo, lo ÚNICO que haces es respirar con el diafragma (como lo vimos antes), pero esta vez muy lento, cada exhalación debe ser más larga que la anterior. Al principio hay dolor e incomodidad, pero tras un minuto algo cambia: segregas endorfinas y tu cuerpo hace lo necesario para generar calor, protegerse y terminar por adaptarse. Personalmente no imaginé que sentiría TANTO frío, fue una sensación que jamás había vivido; me costó mucho trabajo concentrarme, pero fueron pasando poco a poco los tres minutotes que debíamos estar dentro de la tina y logré regresar a mí.
No me pregunten cómo pero en algún punto no sentí preocupación de dónde estaba, quién me hablaba o cómo me veía... fue una sensación de completa presencia y quietud, de ESTAR AHÍ. Es impresionante cómo al salir, tu cerebro va procesando poco a poco lo que acabas de lograr, no solamente meterte en agua helada, sino ¡mantenerte en absoluta paz dentro de ella! Me sentí tan bien que me costó creerlo.
Ahora hay que calentar la sangre. Una vez más, tu cuerpo sabe qué hacer, pero es necesario que le ayudes a restablecerse. Para eso ayuda el “Horse stance” (postura de caballo), un movimiento de artes marciales que activa los músculos de las piernas y los brazos, y que permite que tu cuerpo genere calor. No necesitas una toalla ni tomarte un litro de té caliente. Después de esta sesión me quedó la sensación (y la convicción) de poder hacer cualquier cosa, así es el poder de la mente y la respiración, por encima de tu cuerpo.
3. Enfoque y actitud
Le acabas de enseñar a tu cuerpo que aún en situaciones de mucho estrés, puede sostenerse y estar en calma. Con este ejercicio fortaleces tu fuerza de voluntad y tu mente y reactivas la parte más profunda del cerebro, tú mandas. Esta práctica, que puedes realizar una vez al mes o tan seguido como puedas, permite crear nuevas sinapsis cerebrales, esenciales para transformar tu enfoque de adaptación y autocontrol en el día a día.
Al final te darás cuenta que no se trataba de “aguantar”, sino de aceptar... Porque el hielo como tal no te cambia la vida, pero te permite reconfigurar tu manera de responder a lo externo, a lo que no puedes controlar, al estrés y la frustración. El lema del club es #SEEKDISCOMFORT (busca la incomodidad) porque solo ésta te obliga a moverte de tu zona de confort, te permite conocer cómo te sostienes ante el dolor y a saber que siempre puedes contar con un cuerpo y una mente que te están sirviendo.