En el universo de Jurassic World Rebirth, el acceso a la atención médica es tan deficiente que tenemos que cazar dinosaurios para obtener medicinas. No, en serio. La premisa de la última entrega de la querida franquicia de dinosaurios es un poco ridícula, pero también tiene algo de verdad.
ATENCIÓN: SPOILERS
Al comenzar la película, descubrimos que los últimos dinosaurios vivos en la Tierra portan un material raro en su ADN, uno que también funciona como un medicamento capaz de curar enfermedades del corazón. El único problema es que los dinosaurios están aislados en islas del ecuador a las que los humanos tienen prohibido acceder. Así que Martin Krebs (Rupert Friend), el director de una farmacéutica llamada ParkerGenix, recluta a la mercenaria Zora Bennett (Scarlett Johansson) para formar un equipo —que incluye a su viejo amigo Duncan Kincaid (Mahershala Ali)— y emprender esta misión imposible. También llevan al científico Dr. Henry Loomis (Jonathan Bailey, ¡posiblemente lo mejor de la película!) para que los asesore en esta búsqueda secreta. Deben hacerlo rápido y en secreto, para adelantarse a otras compañías y capitalizar el descubrimiento. Ah, y no pueden matar a los dinosaurios, porque su sangre solo es útil si se extrae de una criatura viva, lo que hace la misión aún más difícil. Por supuesto, su objetivo son las tres especies más grandes por mar, tierra y aire: el Mosasaurio, el Titanosaurio y el Quetzalcoatlus, respectivamente. Es una locura, pero Zora y su equipo creen que vale la pena —por el dinero, naturalmente.