1. Consigue el tono ideal
Para la tendencia de “pinky cheeks”, escoge un tono de blush que sea más frío y rosa para crear el tono rosita. Si sientes que de plano los subtonos fríos no te quedan o no te gustan, puedes optar por un tono más cálido o neutro. Lo más importante es que te fascine cómo se te ve. La fórmula puede ser líquida, cremosa o en polvo; lo que prefieras.
2. Aplica el blush (intensamente)
Una vez que hayas terminado tu maquillaje, es momento de aplicar el blush. Hazlo justo por encima de los pómulos para darle un efecto tipo lifting a la cara y sube el pigmento hasta la sien. Lo ideal es que lo apliques poco a poco para ir construyendo la intensidad y que apliques un poco más de producto de lo normal; el blush es el protagonista del look.