1. Limpiador
El básico infalible siempre es la limpieza. El truco es utilizar un limpiador que elimine todas las impurezas y la suciedad sin dañar la barrera natural de la piel. Cuando termines de lavarte la cara, debes de sentir la piel limpia pero no tirante, ese es el punto medio que te dará una complexión envidiable.

2. Tónico
Parece un paso insignificante, pero hace toda la diferencia. Empezando porque aparte de darte todos los beneficios propios del producto (iluminación, hidratación, balance, nutrición, ect.) fomenta la eficacia del resto de tu rutina y multiplica sus beneficios. OJO: Lo más importante de este paso es que la fórmula de tu tónico no contenga alcohol (o sea, que uses un tónico, NO un astringente que tendrá efectos contrarios).
