1. Tu exfoliante es físico
Los exfoliantes físicos o mecánicos también son conocidos como scrubs y son los que tienen pequeñas partículas que “pulen” la piel. El problema con este tipo de exfoliantes es que crean micro-roturas en la piel, que a su vez facilitan el crecimiento de bacterias y provocan imperfecciones e inflamación. Opta por un exfoliante químico, que no solo evita este problema, sino que tiene muchos más beneficios en la piel.
2. Cuando lo terminas de usar tu piel está roja e irritada
Si después de usarlo tu cara parece jitomate, tu exfoliante no te está funcionando. Ya sea porque la fórmula no va con tu piel o porque lo estás utilizando con demasiada frecuencia y está sensibilizando tu piel. Disminuye la frecuencia para mejorar la salud de tu complexión, si nada cambia, prueba una fórmula mucho más suave .