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Dentro de la revolución estética del pop

Del coquettecore al indie sleaze, las tendencias de redes sociales han llegado hasta tus ídolos favoritos.
mié 23 abril 2025 11:20 AM
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Todo se desplegó en el transcurso de un mes. En agosto de 2010, Lady Gaga se convirtió en la persona más seguida en la plataforma que entonces llamábamos Twitter. Poco después, apareció frente a 11.4 millones de espectadores durante los VMAs, usando 16 kilos de carne cruda. En los días siguientes, la app hizo una actualización clave: por primera vez se podían insertar fotos y videos en los tuits, y las publicaciones comenzaron a llenar el feed con el adictivo “scroll infinito”. Esto avivó aún más la conversación en torno al vestido de carne, ya de por sí una de las creaciones más provocadoras en la cultura pop, y convirtió a Gaga en trending topic por más de una semana.

De pronto, cada cámara era un potencial camino hacia la viralidad, cada alfombra roja una carrera por captar la atención. Pocas lo aprovecharon mejor que las estrellas pop de la época, quienes inundaron los 2010 con revelaciones públicas perfectamente calculadas: embarazos, cambios de look extremos y accesorios polémicos. Pero hoy, la viralidad cansa, y el péndulo se está moviendo en otra dirección, quizás no opuesta, pero sí diferente.

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Piensa en el último Halloween y su desfile de réplicas: Charli XCX , Sabrina Carpenter y Chappell Roan. No siempre usaron los mismos looks, pero todas bebieron de la misma fuente. Cada Charli: mallas negras, lentes envolventes, un toque de verde Brat. Cada Sabrina: mejillas sonrojadas, tonos pastel estilo boudoir, un peinado voluminoso entre Dolly Parton y Matilda Djerf. Y Chappell: rizos rojos encendidos, vestido de prom, y un maquillaje que coqueteaba entre drag y payasa de rodeo. Solo después de ver versión tras versión, noté la coherencia de cada estilo, tan evocadora de ciertas estéticas populares en TikTok: hijas de indie sleaze, coquettecore y clowncore.

Hoy, estas estéticas nacidas en lo digital ya son parte del lenguaje común, al menos para quienes viven conectados. Cada “core” es una palabra clave para encontrar imágenes afines. A diferencia de las tendencias tradicionales, las estéticas no siempre cambian con la temporada: existen en paralelo, se entrelazan y se propagan.

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Doechii y Chappell Roan

Como explica la psicóloga social Anni Sternisko, PhD, “la explosión estética de TikTok es una solución digital a un problema fundamental de identidad: encontrar cómo ser parte de algo más grande y, al mismo tiempo, único”. Pertenecer a un grupo que se siente especial satisface ambas necesidades. Una estética, como un signo zodiacal o tipo de personalidad, afirma quién eres y te acoge en una tribu que puedes dejar sin gran conflicto. Nadie se ofende si pasas de “balletcore” a “blokecore”. (Aunque puede que sí si cambias de “skater” a “prep”, pregúntale a Avril Lavigne). Pero Sternisko advierte: “Esa fluidez permite mayor libertad, pero también puede derivar en un sentido de pertenencia menos estable”.

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Ahí es donde entran las pop girlies. Cuando estética y fandom se mezclan, los códigos visuales cobran vida, cargados con la personalidad de las artistas. Según Mia Jacobs, estratega de moda juvenil en WGSN, el estilo Brat conecta con la Gen Z no por una marca específica, sino porque “rechaza el perfeccionismo, abraza el hedonismo caótico y resiste las presiones sociales”. No es solo una camiseta manchada de vino, es un símbolo de complejidad emocional. En el caso de Carpenter, no es solo un baby doll de chiffon, es una declaración de agencia sexual. (Por si las letras sobre esposas peludas te pasaron de largo).

Los cambios vertiginosos de Gaga en la era The Fame Monster dominaban en los inicios del scroll infinito, pero hoy, con redes más saturadas, la atención sostenida se gana con coherencia visual y, si es posible, algo de narrativa. Las estéticas, con su fiabilidad caricaturesca, cumplen con eso.

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Con guiños al clowncore y al “trailer park princess”, Roan convierte su biografía en mito: reapropiación de insultos, celebración queer, recuentos de su juventud precarizada y el tramp stamp de “Princess” que dio nombre a su álbum. Para Doechii, no es solo “prep” o “office siren”, es una clave visual de su proyecto musical: una MC reflexiva, meticulosa, con conciencia histórica. Y Beyoncé, con su Cowboy Carter, convierte el yeehaw en manifiesto: recordando que los músicos negros son esenciales en la historia del country y que América merece tanto celebración como crítica.

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Getty Images

Los personajes en la música pop no son nuevos, pero estas estéticas traen consigo catálogos enteros de referencias. Un look distintivo es una estrategia seductora de marketing, que genera obsesión y conversación. Pero también exige simplificación: como si el exceso visual fuera el único modo legítimo de expresión artística, y todo lo demás fuera irrelevante. ¿Qué significa que estas artistas abracen tan intensamente sus estéticas? ¿Temen que la sutileza pierda sentido? ¿O es que hoy solo lo extremo resulta legible?

Un detalle que suele olvidarse del vestido de carne: fue un gesto político. “Si no luchamos por nuestros derechos, pronto tendremos tantos como la carne sobre nuestros huesos”, dijo Gaga. Pero eso, a simple vista, no se veía. Ni en la mayoría de los comentarios que generó.

Esta historia aparece en la edición impresa de ELLE US mayo 2025.

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