Una vez que tienes las prendas separadas por color y tela similar, lo ideal es que programes la lavadora con agua fría o tibia, siempre dependiendo de lo que diga la etiqueta, y que elijas el ciclo más conveniente para que no pierdan su forma.
La mayoría de las máquinas tienen una variedad de ciclos para elegir, cada uno diseñado para un tipo de ropa específico. Por ejemplo, para la ropa delicada o negra debe seleccionarse un programa suave y el ciclo de trabajo pesado es para prendas muy sucias o de tela más resistente.
De igual forma, lavar la ropa al revés ayuda a proteger los colores y los estampados. Y para reducir la fricción, asegúrate de cerrar todos los botones, broches y subir los cierres, así también cuidarás el interior de tu lavadora.
En cuanto al uso de blanqueador o quitamanchas, primero haz una prueba en una zona pequeña de la prenda. Si funciona, enjuágala y después intégrala a la carga en tu lavadora. Incluso el detergente es fundamental, porque una fórmula con ingredientes muy fuertes puede estropear los tejidos o los colores.
Por eso, lo más recomendable son los detergentes suaves, especialmente para la ropa delicada. Procura no excederte en la cantidad, hasta que la espuma casi se desborde, porque si no se enjuaga del todo, puede dejar residuos que dañan las fibras de los textiles. Un detergente amigable con el ambiente, además es un plus.
Una vez que se complete el ciclo de la lavadora, transfiere la ropa a la secadora de inmediato, siempre cerciorándote de separar las prendas delicadas de las más resistentes, para poder escoger la configuración para cada una.
Evita secar demasiado tu ropa para que no se arrugue y dóblala o cuélgala enseguida. Guardar la ropa correctamente, en un lugar limpio y lejos de la luz del sol, también ayuda a conservarla en buenas condiciones.