En ese momento supe cuál era mi vocación profesional y formé mi empresa. Este pequeño artículo lo llamo “el valor de lo bonito”. La palabra “bonit@” es subjetiva a los gustos de cada persona, es por eso que me atrevo a utilizarla. El valor de tener algo en tus espacios que te guste y te haga sentir bien al verlo, tocarlo o usarlo no tiene precio.

Acorde al ensayo “La Arquitectura de la felicidad” publicado en el año 2006 por el filósofo Alain de Botton, el cual hace énfasis en la importancia que tiene la calidad de nuestro entorno, nos damos cuenta que muchas veces ignoramos esto y el resultado puede causar felicidad o desdicha.
Todos buscamos un sentido de pertenencia y estabilidad en nuestro entorno. Podemos obtener esto, a través del buen uso de distribución y decoración de nuestra vivienda. Esto me lleva a pensar que existe una relación directa entre nuestro bienestar y nuestro entorno.
Los espacios tienen que estar decorados e integrados con lo que nos gusta a cada individuo. Tenemos que buscar la manera de hacer que cada espacio refleje nuestra esencia y potencialice nuestro talento. Podemos lograr esto a través de varias vertientes como la distribución de la casa (maximizar las áreas para crear amplitud), la decoración (decorar los espacios de forma que sea un lugar cómodo y acogedor), la iluminación (buscar la manera de que entre luz natural o utilizar luz artificial agradable para el cerebro), la ventilación (se recomienda que tenga entradas de aire, ya sea ventanas, puertas, etc.) y por último, integrar algo de naturaleza nos dará un sentido de conexión con la tierra y con el presente.