Si acabas de ver el final de House of Guinness, probablemente aún estés conteniendo la respiración. Los momentos de cierre se niegan a ofrecer respuestas fáciles. En su lugar, nos dejan suspendidos en el silencio eléctrico tras un solo disparo: un sonido que parece resonar con cada traición, ambición y secreto susurrado a lo largo de los ocho episodios. Es un final construido menos sobre la resolución que sobre la atmósfera, una elección deliberada que encaja con una serie obsesionada con el legado y el costo del poder.
¿Qué pasa en el final de House of Guinness?
La secuencia comienza con Arthur Guinness (Anthony Boyle) subiendo a un escenario que se siente a la vez grandioso y precario. Está flanqueado por su familia, con la bandera de la cervecería detrás, y la multitud inquieta y dividida. Fuera de la vista, Patrick Cochrane (Seamus O'Hara) levanta un rifle. Arthur habla de unidad y futuro, con una voz inusualmente firme, aunque bajo la actuación se percibe fragilidad; sabe que esta muestra de fuerza podría desmoronarse en un instante. Cuando finalmente se dispara el arma, se nos niega la comodidad de ver dónde impacta la bala. La cámara corta antes de mostrar la verdad, dejando al espectador con una pregunta perturbadora: ¿quién —si es que alguien— fue alcanzado?