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Ellas hacen el cine: 7 cineastas mexicanas que nos enorgullecen

Fotografiadas por Tania Franco Klein, las directoras hablan de lo confrontativo que ha sido el cine.
jue 07 octubre 2021 01:28 PM
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Tatiana Huezo / Yissel Ibarra, Martha Sosa

Por FERNANDA SELA, JONATHAN SALDAÑA Y NATALIA CHÁVEZ

Para hacer suyo el cine ellas tuvieron que desaprender toda una carga de imágenes y narrativas sobre los arquetipos de las mujeres y esa idea obsoleta de lo “femenino”. Siete directoras, guionistas, fotógrafas y productoras nos cuentan cómo han logrado abrir otros espacios mientras cuentas sus propias historias. Fotografiadas por Tania Franco Kein, estas mujeres reflexionan sobre crecer, y permanecer, en esta industria.

Tatiana Huezo habla de cómo ha su camino personal, tras el éxito de Noche de Fuego (2021) en el último Festival de Cannes; mientras Fernanda Valadez y Astrid Rondero reflexionan sobre Sin Señas Particulares (2021), película que acaba de ganar el Ariel como Mejor Película. Por su parte, Yissel Ibarra y Martha Sosa hablan de cómo ha sido producir cine en una industria que cuando ellas llegaron, estaba completamente dominada por hombres. La directora Jimena Montemayor platica sobre los retos de dirigir tanto en el cine como en las series; mientras Catalina Aguilar Mastretta habla de los estereotipos alrededor de una película solo porque está dirigida y protagonizada por una mujer.

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Tatiana Huezo

Directora, fotógrafa y guionista
Por Natalia Chávez

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Tatiana Huezo

Tatiana Huezo no eligió hacer películas de mujeres; las historias le llegaron y han sido un clavado muy profundo en lo que significa estar expuesta a la brutalidad como mujer en este país. Con su último largometraje, Noche de Fuego (2021), fue ovacionada en el Festival de Cannes y recibió mención honorífica en la sección Un Certain Regard. Desde su aclamado documental, Tempestad (2016), la cineasta no ha podido separarse de estas historias y dimensiona el efecto que ha surtido en ella.

NATALIA CHÁVEZ (NCH): ¿Cómo ha sido para ti retratar la injus- ticia y violencia que viven las mujeres en este país?

TATIANA HUEZO (TH): La verdad no es que yo haya elegido hacer películas de mujeres, siempre han llegado de una forma muy sorpresiva a mi vida. Mi primer encontronazo fue con Miriam y Adela, las dos protagonistas de Tempestad. Miriam es una amiga entrañable de toda la vida y ver cómo fue coptada por la policía, acusada falsamente de tráfico de personas y entregada a esta cárcel en el norte de México como una pagadora —eso fue lo que le dijo el abogado de oficio “tú eres una pagadora, hay que rendir cuentas y alguien tiene qué pagar”—, fue un encontronazo de lo que significa vivir como mujer estas situaciones y la enorme desventaja en la que te encuentras para acceder a la justicia. También Adela, la segunda protagonista de Tempestad que busca a su hija Mónica desaparecida desde hace diez años. Ella me hizo asomarme a un abismo que nunca imaginé; haberme puesto en sus zapatos como mamá y haber imaginado qué significa tener a una hija desaparecida, esta posibilidad entre la vida y la muerte, que es una situación que viven cada día los padres de personas desaparecidas.

NCH: ¿Cómo continúas después de escuchar estas experiencias?
TH: Asomarme a ese abismo me caló muy hondo, al grado de que no he podido apartarme de estos temas. Tempestad me dejó muy marcada. No es un proceso nada sencillo porque eres el primer filtro, el que recibe todo lo que te dan los personajes y trabajas años con ese material, con los testimonios, más un año de montaje escuchando la historia una y otra vez. Te cala los huesos, se queda dentro de tu inconsciente, de tus pesadillas, hay toda una cosa muy fuerte que no sabía que tiene que trabajarse, los periodistas que reportan esto lo trabajan. Pensé que sería capaz de limpiarlo. No era consciente de lo profundo que te llega lo del otro, y a mí me gusta entrar en sus vidas y compartirlo profundamente; es fundamental para entenderlo y representarlo. Lo subestimé y estuve mal por un tiempo, después de que la película viajó y ganó premios tuve que pedir ayuda. En ciertos momentos me faltaba el aire y alguien me dijo que era una consecuencia de mi trabajo.

NCH: ¿Fue diferente este involucramiento con Noche de fuego que es ficción y no documental como Tempestad?

TH: Después de Tempestad dije “voy a hacer un musical, necesito luz, un descanso”, pero no puedo. Llegó esta historia de una forma sorpresiva y de nuevo estaba ahí el monstruo. Fue diferente porque una cosa es trabajar directamente con las víctimas, pero es volver a entrarle al tema, volver a lidiar con los monstruos, construir a es- tos personajes, imaginar sus miedos, poner una parte de ti en ellos, imaginar la vulnerabilidad a la que están expuestas como niñas, me hizo volver a partes de la infancia donde te sientes sola y perturbada frente a la rudeza de la vida.

NCH: Hablando de esto que vemos en Noche de fuego, ¿crees que le debemos mucho a las infancias?

TH: La película plantea un poco el mundo de estas niñas, esa realidad mágica que hay en la infancia que está amenazada por este monstruo latente, violento, que permea toda su realidad y que en medio de su niñez, en un momento que debería ser pura luz, se dan cuenta de lo que significa ser mujer en un contexto violento, en donde la condición femenina está expuesta a la brutalidad. La película plantea preguntas que quedan abiertas para que el espectador sea quien complete y reflexione. Como la primera espectadora pienso: ¿cómo están creciendo nuestras niñas? ¿Hasta dónde nuestro silencio y nuestra inmovilidad ha sido parte del caldo de cultivo para que un niño se vuelva sicario? ¿Hasta dónde hemos insensibilizado y volteado la cara para no ver esta herida? Nuestras niñas crecen con miedo.

NCH: Viniendo de un estilo muy particular en tu cine, ¿qué ha sido más difícil? ¿Aprender o desaprenderte del cine?

TH: Aprender no ha sido difícil porque tuve maestros extraordinarios que me provocaron y cuya forma de enseñar me emocionó mucho. Tuve un maestro de foto que me ayudó a construir con mi propia mirada, me formé como fotógrafa y no pude ejercer porque no había fotógrafas cuando estudié hace veinte años. Siempre quise ser fotógrafa, pero no me daban películas, decían que era un oficio de hombres y la vida me llevó por otros lados. Siento que la mala educación sobre los personajes femeninos en nuestro cine viene de la televisión –de la que me mantengo alejada– y la publicidad. De cómo se han construido los arquetipos femeninos y latinoamericanos llenos de cosas patéticas de lo que tiene que ser la imagen física de una mujer. Desaprender o desandar esos pasos es un trabajo titánico de todos los que estamos contando historias, construir a personajes cercanos y reales, mujeres complejas.

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Catalina Aguilar Mastretta

Directora, guionista y autora

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Catalina Aguilar Mastretta

Como vimos en los personajes protagónicos que creó para Todos queremos a alguien (2017), basada en el libro Todos los días son nuestros (2016), y Cindy la regia (2020), con su trabajo como escritora y directora, su propósito es retratar a las mujeres desde otro ángulo, resaltando sus cualidades y dotándolas de características y herramientas para verlas de manera distinta, alejados de los clichés aprendidos. Recientemente dirigió dos episodios de la primera temporada de Ginny & Georgia.

FERNANDA SELA (FS): Tienes una historia familiar muy ligada a la literatura y la escritura, ¿por qué es importante contar historias?

CATALINA AGUILAR MASTRETTA (CAM): Crecí en una familia que da mucho valor a la conversación y la capacidad de contar historias una tarde de domingo. Eso siempre me ha hecho sentir muy conectada, no solo con mi familia, sino con el mundo. La necesidad de consumir historias, inventarlas, contarlas, es lo que nos hace sentir menos solos. Nos hace darle sentido al mundo, nos hace sentir que lo que nos une es más que lo que nos separa.

FS: Me parece importante decir que muchos de tus personajes son mujeres, ¿qué les pasa a ellas y cuáles son sus historias?
CAM: Creo que nos hacen falta historias de más tipos de mujeres. Tuve una reunión hace poco y entre otras personas había una mujer trans, le decía "tienes que contar algo de ti, para que la gente como yo tenga una historia así", porque nos hacen falta más historias como esta en México. Ya hay algunas, pero necesitamos más. Si alguien tiene una historia, tiene también la responsabilidad de contarla, de ponerla sobre la mesa porque hay mucha gente que no está representada.

FS: ¿Cómo proyectas tus personajes al mundo?
CAM: Lo primero es que se sientan reales y complejos para que sea fácil identificarse con ellas. De ahí, darles cosas que a veces a los personajes femeninos no se les permite, la capacidad de equivocarse sin ser tontas, de enamorarse sin ser dependientes, de darles una serie de matices que son importantes y no son comunes en el cine mexicano.

FS: ¿Te has sentido limitada en tu trabajo como directora o escritora por ser mujer?
CAM: No mucho, he tenido mucha suerte, pero donde sí, es en la percepción que alguien puede tener del trabajo que hiciste, sobre todo porque escribo muchas historias de amor romántico. Y cuando una mujer escribe sobre eso, a veces dicen "ah, debe ser mala". Se siente como pelear una batalla que no te toca, al final estás contando una historia humana. Por eso es importante contar esas historias de la manera más responsable posible, este tipo de narrativas en particular tienen mala fama porque muchas veces son muy malas.

FS: Sí se han abierto oportunidades para más mujeres en el cine. ¿Cómo experimentas esto desde tu lugar?

CAM: Sin duda, como hay más mujeres en puestos con poder, hay más oportunidades. En mi primera película, sin hacerlo a propósito, contraté a puras mujeres y ahora lo sigo haciendo. Es algo natural cuando empezamos a tener más poder. Al mismo tiempo en mi ex- periencia en la industria, sobre todo en Hollywood, es que entre más alto el nivel de producción, hay menos mujeres y eso me parece una tragedia. Me pasó que en una película, en un set de trescientas perso- nas las únicas mujeres éramos la actriz y yo. Da mucho coraje porque esa igualdad tendría que ser en todos los niveles y ese es el pleito en el que seguimos. Hemos avanzado mucho, pero es parte de una batalla importante. En todos los ámbitos, no solo en el cine, cuando pasas de cierto nivel de riesgo económico, las puertas se le cierran a las mujeres y es algo que tenemos que cambiar.

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Fernanda Valadez y Astrid Rondero
Cineastas y guionistas

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Fernanda Valadez y Astrid Rondero.

Desde Los días más oscuros de nosotras, han trabajado en complicidad. Su segundo largometraje Sin señas particulares, llama la atención por la manera de aproximarse al dolor ante la búsqueda de desaparecidos en nuestro país. Frente a ellas, el concepto de colaborar cobra nuevas dimensiones.

JONATHAN SALDAÑA (JS): Para ustedes es fundamental la colaboración, ¿cómo entienden ese concepto?

FERNANDA VALADEZ (FV): Nos dimos cuenta de que compartimos una manera de ver el cine y cómo hacerlo, y la hemos ido explorando y fortaleciendo con los años. Es una especie de conversación donde una trae un tema a la mesa y entre las dos lo vamos trabajando. Tenemos cualidades complementarias.

ASTRID RONDERO (AR): Abordar un proyecto es una aventura que tomamos en conjunto. Empezar una película permea todas las áreas de nuestra vida, se siente como una conversación entre dos personas que están tratando de descubrir y comprender la realidad en la que vivimos.

JS: ¿Por qué cuentan historias?
FV: Para tratar de entender y darle sentido a la experiencia de la vida. Es muy curioso que la ciencia, el pensamiento más abstracto, lo que nos da generalizaciones, nos ofrece conocimiento de otra manera, pero la experiencia vital en un sentido emotivo y personal creo que es a través de disciplinas como el arte.

JS: ¿Qué creen que sus personajes le dicen al mundo?
AR: En Sin señas particulares hablamos de la resistencia, la esperanza, el amor; con todo y que es una película muy oscura, habla de algo muy central en el ser humano: el amor a los hijos. Una madre está buscando a su hijo, hablamos de eso que todavía tenemos en México que es una red muy fuerte, muy robusta de sociedad civil, de resistencia. Creemos que le dice al mundo que, pese a la tragedia humanitaria que vivimos, hay una sociedad civil que está resistiendo.

JS: ¿Qué momento se vive para las mujeres en el cine?
FV: Nosotras ya venimos de una tradición en la que empezaron a haber muchas mujeres de distintos puestos. Para nosotras ha sido la toma de conciencia, que se reconozca que nuestra labor es fundamental. Creo que nos tocó esa parte que es ir consolidando el capital previo de una herencia cinematográfica.

JS: ¿Cuáles creen que son las conquistas pendientes?
AR: Celebrar la paridad que ha comenzado a suceder de a poco. Por ejemplo en las escuelas de cine en México, una de las que tiene mayor tradición es el CCC, y apenas el año pasado se llegó a la paridad en la matrícula de estudiantes. Que se revierta este proceso histórico en el que las mujeres antes éramos la minoría y que había muchas mujeres en puestos tradicionalmente femeninos, pero justo había poca presencia en las áreas de dirección o fotografía.
FV: Y que esa paridad tenga impacto en la toma de decisiones creativas, de producción y financieras. Hay que seguir levantando la voz y haciendo política tanto en las empresas como en las instituciones públicas para evitar el acoso y la disparidad. Hay que buscar tomar esos espacios de toma de decisión. Cuando estábamos desarrollando nuestra película pensábamos, o vamos con un productor para que lo desarrolle o nos convertimos nosotras en esa compañía productora que es capaz de levantar los proyectos. Creo que muchas mujeres estamos tomando esta alternativa.

JS: ¿Es más difícil aprender cine o desaprender las formas convencionales del cine?
FV: Conforme uno va madurando, es un proceso de desaprendizaje para contactar más allá de los aspectos técnicos y las ideas arraigadas, para encontrar aquello que uno quiere comunicar de la experiencia de la vida.

AR: Tenemos que desaprender cosas que teníamos aparentemente claras, que hablaban del estado de la sociedad, y hay que desmontar todo eso para reaprender una forma distinta de compartir historias.

Yissel Ibarra y Martha Sosa

Productoras

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Yissel Ibarra y Martha Sosa

Se llaman "comadre" la una a la otra. Han emprendido juntas la aventura de contar historias: desde Amores perros, el hito que cambió el rumbo de la cinematografía nacional, hasta Presunto culpable, documental reconocido con el Emmy por el mejor trabajo de investigación periodística. Juntas, o cada quien por su cuenta, hacen que una película llegue hasta sus últimas consecuencias.

JONATHAN SALDAÑA (JS): ¿Tienes identificado el momento en el que decidiste que querías dedicarte al cine y a la producción?

YISSEL IBARRA (YI): Hace unos años mi mamá mandó a digitalizar películas de Super-8 de la familia. En una de ellas estoy en el festival de primavera organizando a todo el kínder para que saliera en la película. Creo que es algo que traigo desde que nací, esta capacidad de ver la película completa y tratar de reunir las mejores herramientas y a las mejores personas para lograr ese objetivo que es contar una historia.

JS: ¿Hay algo particular del pulso femenino en la producción?

MARTHA SOSA (MS): Las mujeres ocupamos muy bien el papel de productoras creativas. Tenemos la capacidad para el multitask y para tener muchas cosas en diferentes canales. No digo que los hombres no, pero siento que las mujeres tenemos habilidades más finas para colaborar y contener a equipos muy sofisticados. Se requiere gran compromiso emocional para aterrizar proyectos tan grandes y de tan grande aliento. Las mujeres somos buenas para comprometernos a largo plazo.

JS:¿Por qué cuentan historias?
YI: Tienen un poder fantástico para cambiar mentes, abrirlas y generar conversaciones. No solo cuento historias en el cine, también cuento historias en los podcasts, un espacio en donde me siento muy feliz, sobre todo cuando llegan al público, se vuelven suyas y les ayudan a tener otra perspectiva de temas que quizá no conocían.

MS: El poder emocional que tiene exponerse a una experiencia con tantos detonadores necesariamente te mueve algo muy profundo. Me ha pasado a mí como espectadora, y cada vez que voy a ver una película, tengo sed de que algo me pase. Creo que hago cine por eso, porque quiero que a otros les pase lo que a mí. Solo hago las películas que quiero ver. Lo primero que considero es qué dice esta película que me va a implicar toda esta energía, todo este tiempo y todos mis recursos para lograr que se haga. Por otro lado, contemplo con quién voy a hacer este viaje y con la mirada de quién.

JS: ¿Qué momento crees que vive la participación de las mujeres en la industria cinematográfica?
YI: Estoy muy agradecida con las que vinieron antes que nosotras, las que estuvieron antes de mi generación: Berta Navarro, Tita Lombardo o Ana Roth, a ellas les tocó arar este camino más duro. He sido muy afortunada de tener equipos muy generosos, muy iguales y equitativos.

MS: Me parece que estamos atravesando un momento superinteresante como industria en términos del lugar que estamos ocupando las mujeres. No le hemos pedido permiso a nadie, lo hemos ido ocupando poco a poco. Las nuevas generaciones nos están enseñando a nosotras, están poniendo como en un highlight amarillo a los temas. Este es nuestro momento.

JS: ¿Cuáles son los retos y las conquistas aún pendientes para las mujeres en el cine?
YI: Debemos tener una forma de contar historias desde un punto de vista femenino más amplio, que eso exista no como excepción sino como regla. Creo que las nuevas generaciones de cineastas lo están haciendo cada vez más y con más fuerza y claridad. Creo que a mi generación nos tocó afianzarnos en medio de la industria como estaba y las nuevas generaciones la están transformando para que sea más igualitaria y más respetuosa de esas diferencias.

MS: Cada vez hay más propuestas diferentes, mujeres interesantes que están haciendo lo mismo que yo de una manera diferente y de las cuales aprendo muchísimo: Eréndira Núñez y Cristina Velasco. Hay un sentido de hermandad entre las colegas en el cine mexicano, siento muchísima solidaridad; si le va bien a una película, nos va bien a todas.

Jimena Montemayor

Directora, fotógrafa y guionista

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Jimena Montemayor

Jimena Montemayor se ha mantenido muy fiel a su cine. Desde los trece años supo que quería ser cineasta y nunca consideró otra carrera. En sus inicios hizo la fotografía del cortometraje Ver llover (2006) de Elisa Miller que ganó la Palma de Oro en Cannes, y más tarde realizó su ópera prima En la sangre (2014), seguida por Restos de viento (2016). Ambas han participado en festivales internacionales y nacionales como el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Como guionista y directora ha participado en series como Todo va a estar bien y Señorita 89 con Lucía Puenzo. Jimena reflexiona sobre su camino y cómo ha sido recorrerlo con otras mujeres.

NATALIA CHÁVEZ (NCH): ¿Por qué cuentas historias?

JM (JIMENA MONTEMAYOR): Fui muy callada en mi infancia, no tímida, pero reservada. Era una persona sociable, pero podía abstraerme fácilmente y tener muchas historias que sucedían en mi cabeza. En mi vida adulta el cine ha sido mi manera de expresarme. Contar historias es un puente entre lo que veo, lo que pienso; cuando a veces no soy tan buena para comunicarme verbalmente, el cine ha sido la manera de hacerlo.

NCH: Y viendo hacia atrás, ¿qué te ha desencantado más del cine, sobre todo en una industria tan dura y tan chica?
JM: Híjole (ríe) Es duro darte cuenta de que lo que vas a hacer tal vez no le gustará a mucha gente, tal vez no le gustará al público o a los festivales, pero no tiene por qué gustarles, pues si haces algo pensando solamente en el público o en festivales, puede terminar no gustándote a ti. Se trata de lograr un equilibrio y estar en paz con ciertas decisiones y sus consecuencias. Decir “esto es lo que quiero y estoy bien con lo que venga después”.

NCH: Al estar en el set, ¿cómo pesa la idea de lo “femenino” que asumen de ti por ser mujer?

JM: En el cine he tenido mucha suerte porque han sido películas independientes y yo he creado mis rodajes, no he sufrido muchas cosas que otras mujeres sí, pero en series tuve muchas trabas para trabajar y dirigir. No había sentido el peso de ser mujer creadora hasta las series, y que me dijeran tan claro en la cara: “ay, como eres mujer, te vas a tardar en entrar a dirigir”, supuestamente porque no tenía experiencia suficiente en TV, pero veía dirigiendo a colegas que tenían menos películas que yo. También noto que cuando eres mujer, le apuestan con menos dinero, piensan que tus películas son más baratas y las ven más chicas solo por tu género. Me ha pasado.

NCH: ¿A tus colegas también les ha pasado?
JM: Sí lo hemos hablado y llegamos a la conclusión de "tenemos que producirnos nosotras". Hace años le decía a Natalia Beristáin , "wey, yo te tengo que producir, y tú tienes que producirme a mí”. Y a Ale Márquez le decía "hay que aprender a producirnos ya y empujarnos mutuamente”, pero no le dimos rienda, tal vez porque no somos productoras (ríe).

NCH: ¿Crees que hemos avanzado en tener mujeres en la industria, pero cuanto a la toma de decisiones? ¿Crees que hay avances evidentes en la disparidad de género?

JM: Sí he visto cómo hay más mujeres que toman decisiones en distintos niveles, por ejemplo, en Señorita 89, la serie que dirigí este año, fue gracias a otra directora, Lucía Puenzo, porque ella dijo que la mayoría seríamos mujeres. Tenía a Sílvia Quer como showrunner y por ella pude entrar en este mundo que de otra forma hubiera estado esperando que otra colega, mujer, me dejara dirigir. Pero veo a más fotógrafas, más productoras, más guionistas, poco a poco, mientras llegan otras a la toma de decisiones.

NCH: ¿Quiere decir que si las mujeres tienen más puestos en el cine, es porque otra mujer les habló y no porque confíen en su talento?

JM: Sí, a veces siento que ni les pasa por la cabeza contratar o invitar a colaborar a una mujer, inconscientemente hacen un club de Toby y no sé qué es peor, que como productor veas que no hay mujeres en tu proyecto o no te saque de onda. Es una de las cosas que tienen que desaprender.

Fotos: Tania Franco Klein
Texto: Natalia Chávez, Jonathan Saldaña y Fernanda Sela
Producción: Fernanda Sela y Natalia Chávez
Moda: Jimena Herrera
Asistente de foto: Leo Martínez
Maquillaje y peinado: Keren Murill

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