ELLE: VIENDO EN RETROSPECTIVA TODO LO QUE PASÓ CON LA CAMARISTA, SOBRE TODO EN ESTA PAUSA, ¿QUÉ VIENE A TU MENTE?
LA: Pienso mucho en el momento en que me tocó ser cineasta, en la lucha que llevan tantas mujeres, que eran una entre cientos de hombres y ahora somos más. Particularmente en México hay muchas cineastas, me da alegría, pero faltan muchas más. También pienso en cineastas como Agnès Varda, que hizo una película de este estilo, luego del otro y siguió creando hasta sus noventa años, tan llena de vida, tan admirable. Me tocó conocerla en un festival de cine en Marruecos y lo que transmitía era increíble.
ELLE: ¿SIENTES LA PRESIÓN DE LAS EXPECTATIVAS TRAS EL ÉXITO DE TU OPERA PRIMA?
LA: Siempre hay cierta expectativa, no de uno, sino de la comparación, “esto no es Camarista” o “es muy Camarista”. Siempre habrá ese prejuicio, pero es un salto al vacío. Cuando por fin pude estrenar la película me cayeron muchos veintes, que si uno gana un premio, es una alegría total, pero te das cuenta de que somos una sociedad colectiva y que las cosas que uno hace repercuten. Siempre he de sentirme muy en la tierra, que ni el ego ni lo de fuera te minen. Ganar premios es una cerecita más, pero lo que nos une es el hecho de ser cineastas.
ELLE: ¿EN QUÉ PIENSAS CUANDO LLEGAN ESOS MOMENTOS DE DUDA E INCERTIDUMBRE?
LA: Me doy cuenta que los cineastas que admiro no hicieron dos películas, hicieron un montón. Ves a Bergman e hizo 45 películas, cuántas hizo Varda, y Almodóvar continúa. Al final es ese ímpetu, y saber que no todo será tan bueno, pero mientras uno tenga esa fortaleza de decir “creo en esto”, hay una buena llave. Guste o no guste, habrá dignidad y hay que seguir con esa mochilita en los brazos.
ELLE: ¿CON TODOS LOS EFECTOS DE LA PANDEMIA EN LA INDUSTRIA, ¿CUÁL SERÁ EL PAPEL DE LOS FESTIVALES DE CINE?
LA: Tuve la fortuna de viajar mucho con La Camarista, y para una película que quizás habría costado trabajo distribuir, los festivales son maravillosos. Ahí entiendes que hay toda una curaduría y una depuración para que las personas vayan, vean, les guste y vean más. Lo hacen más fácil para el público. La maravilla de los festivales son las mesas de debate y las preguntas después de la proyección. Las preguntas del público fueron lo que más disfruté con la película, cuando me sentía cansada, eran lo que me daba energía. Tendría que haber festivales en cada espacio posible, tenemos que empujar mucho para que esto persista.