Seguro te ha pasado, compras un nuevo limpiador , tónico o hidratante y al aplicarlo, en lugar de sentir confort e hidratación, sientes la cara acartonada y seca. Es como el peor engaño de la vida. Muy posiblemente, el culpable detrás de esto sea un ingrediente tan común en nuestros productos de belleza y uso personal, que ni aunque huela a él, lo notamos. ¿De qué estamos hablando? Del alcohol.
Existen buenos y malos alcoholes, así que antes de que corras a tirar todo producto que los contenga, te vamos a contar de los que vale la pena conservar.
Los alcoholes que quieres en tu vida: los grasos
El alcohol graso tiene un alto peso molecular, son derivados del aceite de palma y coco, y generalmente son usados para darle espesor a la fórmula de los productos, por lo que pueden nutrir la piel o hacer que se absorban mejor. Buscan las etiquetas las palabras:
- Cetilo: espesa el producto
- Estearílico: atrapa la humedad en la piel
- Propilenglicos: atrae agua a la piel.
Los alcoholes que no quieres en tu vida: los volátiles
Los alcoholes simples, que se evaporan fácilmente y sirven como solventes, tienen un efecto deshidratante en la piel y suelen estar en tónicos, limpiadoras e incluso cremas hidratantes. Ejemplos de ellos son el etanol, alcohol desnaturalizado y el alcohol isopropílico. Las marcas los utilizan porque le brindan a los consumidores esa sensación de frescor y tensa los poros, pero la realidad es que retiran todos los aceites naturales necesarios para que nuestra piel esté saludable y pueden dañar su capa protectora. Entonces, en realidad, su efecto a largo plazo es totalmente contradictorio, causando que los poros se hagan más grandes y el brillo más intenso. Cuidado, sobre todo si tu piel es sensible.
Nota: los alcoholes volátiles son aceptables en tratamientos localizados, como aquellos para el acné . Solo recuerda que estos deben de ir en un solo lugar, sobre el grano en juego.