La historia de la ropa interior va muchos siglos atrás, desde las incómodas crinolinas y corsés de la corte en las casas nobles europeas, hasta la simplificación y la búsqueda de la comodidad. Pero la lencería va mucho más allá de la funcionalidad, se trata de un acto de seducción, es ropa íntima pensada para ser vista. ¿Qué tanto muestra, qué tanto esconde, cuánto sugiere? La lencería es sinónimo de erotismo y un aliciente para hacer sentir hot a quién la lleva. A través de su evolución en la historia, ha tomado distintas formas y caras, ha cambiado su discurso hacia uno más incluyente para recordarnos que el poder de sentirnos sexy está en todos. Sin restricción.
El poder de la lencería: para todos los cuerpos, para todos los géneros
En los noventa, Calvin Klein lanzó una de las campañas de ropa interior más icónicas en los archivos de la moda en la que aparecían Kate Moss y Mark Whalberg fotografiados por Patrick Demarchelier. Estas imágenes, que los mostraba a ambos en ropa interior y jeans, dieron la vuelta al mundo y convirtieron en tendencia mostrar el resorte de los calzones. Pero aún más importante, resignificaron el sex appeal de la época. Kate Moss rompía con el estereotipo de las modelos curvilíneas y voluptuosas. Con su baja estatura para los estándares de modelo de la época, pechos pequeños y estilo grunge, trajo a la conversación la posibilidad de ser sexy desde el minimalismo y la naturalidad.
En la industria del lujo, Tom Ford lideraba una revolución sexual al frente de Gucci y se sumó a la creación de ropa interior de diseñador. A él le debemos los reconocibles brassieres y panties con el monograma de la marca que hasta la fecha se siguen vendiendo y la inolvidable tanga con el logotipo de la doble G engarzada de su colección primavera verano 1997. Hagamos una pausa aquí porque hay más qué decir sobre esta pieza, por ejemplo, que Kim Kardashian la usó en 2018 o que pertenece a la colección permanente del MET. El impacto que causó esta tanga fue aún mayor cuando después de conocer su versión femenina, salió un modelo masculino vistiendo la misma en su versión para hombre. Tom Ford impulsó la idea de que la ropa interior sexy no es solo para ellas y entre otras de sus aportaciones al frente de Gucci, se encuentran los briefs de malla transparente con camisetas coordinadas para hombre.
En los noventa también apareció Agent Procateur que se propuso quitar tabúes sobre el sexo a través de la moda. La provocación no solo la llevaba en el nombre sino en su comunicación y en los complementos de sus colecciones, al mismo tiempo que comprabas un liguero, podías adquirir también un látigo, entre otros accesorios eróticos. La marca se convirtió en el estandarte de mujeres determinadas y sexualmente liberadas. Por eso fue la elegida de Blair Waldorf en Gossip Girl y de Anastasia Steele en 50 sombras de Grey.
En los 2000, Victoria’s Secret Fashion Show se convirtió el mayor evento para el mainstream y logró poner la lencería más allá de la intimidad. La transformó en algo visible y deseable tanto para mortales como para los insiders de la moda y por veinte años mantuvo su estatus como dictador de tendencias lenceras. Sin embargo, ante la resistencia de la marca por dejar atrás los estándares inalcanzables de belleza y ser incluyentes ante cuerpos diversos y mujeres trans, la fantasía terminó para Victoria’s Secret en 2018. Pero su relevo en el showbiz lencero llegó pronto.
¿Quién dice cómo debemos vernos para poder sentirnos sexys? Nadie. Los 2010 fue una década de deconstruirnos, de fragmentarnos y de cuestionar lo que la industria de la moda nos había enseñado. Finalmente, el realismo se apoderó de la estética y los cuerpos disidentes reclamaron su lugar en ella . Rihanna supo leer las necesidades de una sociedad despierta y creó Savage x Fenty, una marca de lencería decidida a hablarle a todas las tallas, colores de piel y cuerpos no binarios. En cada una de sus campañas y shows, Rihanna ha dado clases de inclusión con castings mega diversos, además de los mejores line ups musicales.
A la par de Rihanna, Calvin Klein lo hizo de nuevo y a través de diversos embajadores de marca han expresado diversidad en sus campañas de underwear con modelos plus size, medium size, trans y de diversos orígenes. A su vez, Kim Kardashian ha jugado un papel clave en hacer de las marcas de ropa interior un espacio seguro para la diversidad. Con su marca de underwear, Skims, introdujo una paleta de color realista al “nude”. Porque por muchos años “color carne” significó caucásico, pero Kim ofrece hasta diez tonos de nude. El mensaje es claro, no es el cuerpo que lleva la prenda sino la actitud con la que se viste. Ahí radica el poder que todos –a través de la ropa interior– podemos evocar si aprendemos a creérnosla. Somos sexys.
En cuanto underwear masculino, desde el Gucci de Tom Ford hemos vivido una evolución con numerosas marcas diseñando prendas íntimas para caballeros. La revolución en la normatividad de género ha permitido a los hombres explorar y expresar su sexualidad a través de lencería que en el pasado era exclusiva para mujeres como bodies, corsés o bras. Ludovic de Saint Sernin cimentó su marca en el éxito de una sola pieza, el “eyelet brief ” que ha lanzado ya en versión de piel, reflejante, de punto y hasta con cristales Swarovski. Existe un mercado masculino que pide algo más que simple ropa interior y en busca de algo cercano en concepto a la lencería y esta es una categoría que en los próximos años veremos crecer.