La influencia (y presencia) de las brujas en la moda

Es por eso que no resulta sorprendente que en su colección debut para Christian Dior SS17, recordada por la consigna “We should all be feminists”, Maria Grazia Chiuri incluyera un ejército de brujas con 28 salidas en negro, imágenes del Tarot estampadas sobre diáfanos vestidos e insectos, murciélagos y estrellas de cinco puntas bordadas. Este guiño también representa un homenaje a Monsieur Christian Dior quien era un fiel creyente y practicante del esoterismo.Desde entonces, la primera mujer al frente de la Maison francesa, ha apelado a la virtud en lo salvaje, lo indomable y lo oculto para escribir, a través de sus colecciones, su propio manifiesto feminista.

Crecimos entre brujas. Su presencia ha sido ampliamente difundida en la cultura popular a través del cine y la televisión, siempre con dos constantes: la primera, ser su propio eje y no el satélite de algún personaje masculino; la segunda, un estilo consistente y definido. La malvada bruja del oeste del Mago de Oz (1939) se presenta con la imagen etereotípica del vestido negro y sombrero de punta; las hermanas Sanderson dan matices renacentistas a su look en Hocus Pocus (1993); la Gran Bruja dotó de glamour y sofisticación al personaje en Las Brujas (1990); las Jóvenes Brujas (1996) llevaron los códigos del oscurantismo al streetwear y lo hicieron ver cool; más recientemente, American Horror Story: Coven (2013) y El mundo oculto de Sabrina (2018) nos demostraron cómo hacerlo contemporáneo y personal. Así, entre múltiples referencias hemos desarrollado un arquetipo de imagen de las brujas heterogéneo y lleno de posibilidades, mismas que la industria de la moda se ha encargado de explorar.

Para su primera colección en Saint Laurent, primavera verano 2013, Hedi Slimane inspiró sus diseños en dos reconocidas musas del misticismo: la primera, la cantante Stevie Nicks -quien por años, se ha rumorado practica la brujería y pareció reafirmarlo cuando interpretó una versión más oscura de ella misma en American Horror Story: Coven-, la segunda, Marjorie Cameron, una famosa artista y ocultista americana. Etéreas capas hasta los tobillos, vestidos volátiles, pussy bows extra grandes a modo de pechera y sombreros negros de ala ancha desfilaron por una pasarela que arrancó con los invitados sumergidos en completa oscuridad mientras luces palpitantes revelaban un techo iluminado que nos invitara a la iniciación de Slimane en la casa francesa.

Pero esta no es la única vez que un diseñador transporta a su público hasta locaciones que los hacen sentir parte de un rito pagano; para Gucci Cruise 2019, Alessandro Michele transportó a los convocados hasta Promenade des Alyscamps, un auténtico cementerio romano ubicado en Arles, Francia. Con una línea de fuego al centro a modo de luminaria, los looks presentados se inspiraron en la muerte, el romanticismo gótico y lo macabro. El mismo Stuart Vevers destapó su faceta más oscura para Coach OI18 cuando, en medio de un bosque en tinieblas, transformó la narrativa de su presentación en La bruja de Blair.

Más allá de la pasarela, las referencias brujiles existen también en la moda de las calles, con acentuada presencia en culturas suburbanas como los club kids, góticos, darks y punks. Es necesario reconocer la influencia que Jóvenes Brujas tuvo en la penetración de estos códigos en el día a día y que sigue teniendo a casi 25 años de su estreno. La vanguardista historia de cuatro amigas inadaptadas, Sarah (Robin Tunney), Bonnie (Neve Campbell), Nancy (Fairuza Balk) y Rochelle (Rachel True), que encontraban su poder interior a través de la brujería provocó olas de identificación y en consecuencia, de imitación. Sobre el vestuario, la responsable, Deborah Everton, ha dicho que una de las prioridades era que fuera accesible para una adolescente, lo que lo hizo fácilmente replicable y así, los chokers, las blusas de red, los pantalones de vinil, los rosarios y slip dresses hasta los talones con blusas de manga larga por debajo ganaron popularidad. Otro de los factores de provocación y deseo era la intervención del clásico uniforme de escuela católica para darle personalización, tal como sucedió con el fenómeno de Gossip Girl pero con una connotación mucho más oscura.

Lo oculto, lo inaccesible y lo prohibido atrae, es por eso que esta estética es un referente latente en la moda. No existe como tendencia sino que permanece como corriente que cada cierto tiempo resurge, algunas veces en presentaciones aisladas y otras, como la temporada de otoño invierno 2020 en un despertar colectivo. Esta temporada, las brujas se han hecho presentes en las presentaciones de Givenchy con sombreros y vestidos negros; en Valentino Menswear con personajes vampirescos y hasta uñas pintadas de negro; en Balenciaga con capas dramáticas y pupilas rojas; en Celine con un guiño de Slimane a aquella primera colección que hizo para Saint Laurent; en Balmain con más capas bordadas; en Chanel con looks que nos recordaban a los juicios de Salem y en Yeezy con largas e intrínsecas trenzas.

Sin embargo, a pesar de los arquetipos de estilo que han sido atribuidos a estos personajes a lo largo de los siglos y la glorificación a través de la mente de los más destacados creativos en la industria de la moda, Doreen Valiente, miembro fundadora de Modern Wicca, escribió en su libro La brujería del futuro (1978) que “se cree que la indumentaria tradicional de las brujas es la desnudez”. Una imagen quizá menos explorada pero que hemos visto también representada en la cultura mainstream, ejemplo de ello, en la película de La Bruja (2015) de Robert Eggers en donde la protagonista se despoja de sus ropas para adentrarse en el bosque y bailar desnuda alrededor de una fogata junto a su nuevo aquelarre.