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Lo que vestimos en la cuarentena: crónica de los editores de ELLE México

Lo que vestimos en la cuarentena: crónica de los editores de ELLE México
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Durante los últimos días cambió la forma en que nos vestimos. Históricamente la manera de vestir siempre cambia después de grandes acontecimientos. Sustituimos los zapatos por sandalias, el lipstick por un tapabocas y los jeans por pants. Seguramente le dimos prioridad a la comodidad y la funcionalidad fue más importante que la estética. Tal vez nos volvimos más sencillos para poder enfocarnos en otras cosas –en lo que estábamos sintiendo, por ejemplo– o inventamos un vestuario elaborado para escapar de la incertidumbre. Pero si algo confirmamos es que la moda tiene grandes poderes de transformación, porque ponerse cualquier prenda de ropa puede ser una experiencia, y aun en el confinamiento, lo que vestimos afecta cómo nos sentimos.

Durante las últimas semanas, así vivimos los editores de esta revista la relación que tenemos con la moda.

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Me preocupa que regresando a la vida cotidiana no me entren mis zapatos, jajaja. Mi realidad en la cuarentena fue estar descalza 24/7 y usar ropa de ejercicio, así no me tenía que cambiar durante el día. Usé muy pocas cosas de mi clóset y de máscara de pestañas ¡ni hablar! Seguro ya se pudrió. Creo que es verdad que necesitamos menos de lo que tenemos, pero también me di cuenta de dos cosas: 1. Amo la ropa y los zapatos. 2. Los extrañé muchísimo.

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Vivir en house pants y Birkenstocks es de lo mejor que me ha pasado en la vida. Me encanta la moda, admiro mucho a varios diseñadores, sus procesos y la creación de las piezas, me emociona mucho saber cuál es el twist que dará esta industria, pero no me conflictúa tener abandonado mi clóset porque la verdad no es tan cool, jajaja. Nunca saldría a la calle con looks para estar en mi casa (hell, naw!), así que las veces que tuve que salir sí le eché ganas. A veces estaba en pijama y con un chongo, pero con un lipstick intenso para subir el ánimo. Teníamos un chiste para nuestras juntas virtuales y decíamos, “me puse mis jeans, a ver si sigo entrando” y eso sí me preocupaba, pero no tuve problemas, ¡fiiuuuf! Como casi no salí, mi piel necesitó menos cuidados, me concentré sobre todo en sueros de vitamina C, hidratantes y FPS. Sí compré unas cositas por internet pero no las he podido usar porque me atacó una dermatitis nerviosa que ya empiezo a odiar.

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Pasé más de un mes sin ponerme unos jeans. Más de un mes sin usar saco, botas y lipstick rojo. En un día normal –¿pero ahora qué es un día normal?– ese sería el “uniforme” (porque casi siempre me visto igual) que usaría para ir a trabajar y después salir o ir a cenar. En cambio, quería estar cómoda y usar básicos, shorts y t-shirts en telas como lino y algodón. Aproveché estos días para darle un detox a mi piel y dejé de usar maquillaje pero no solté el suero hidratante, ni el protector solar. Hubo días en los que me dieron ganas de ponerme vestidos y hasta un día me puse una falda de flores, aunque normalmente no uso muchos estampados. Pero descubrí que hay cierto encanto en esforzarse en esos detalles –como poner la mesa para uno– y vestirme bien me hizo sentir bien; automáticamente influye en mi estado de ánimo, aunque eso sí, me la viví en un par de Havaianas negras y no quiero volver a usar zapatos, jajaja.

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Empecé la cuarentena convencido de que había que mantener los looks a diario para levantar el ánimo, pero la nueva normalidad me dio un golpe de realidad en la cara. Pasé las primeras semanas en Cuernavaca, en casa de mis papás, y empaqué camisas, jeans y 80% de mis accesorios. Lo primero en irse fueron los jeans que cambié por shorts para adecuarme al clima; después sustituí las camisas por t-shirts y reemplacé estas últimas con tank tops. La lección: estos días se trató de favorecer la comodidad sobre la estética, una moda funcional en toda la extensión de la palabra. Lo que permaneció como parte de mi día a día fue bañarme temprano, seguir mi rutina de skincare, peinarme y agregar uno que otro accesorio. De regreso en la CDMX he explorado con múltiples combinaciones de pants y sudaderas y me he divertido con el styling. Son formas de sentirte bien con un look perfecto para tirarte al sillón. A lo que no sé cómo regresaré es a los zapatos; pasé la mitad de la cuarentena descalzo y la otra mitad en pantuflas. Y ahora que lo pienso, en mis próximas compras necesito unas que me gusten más, que me hagan sentir cool.

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Usé la misma ropa pero con nula creatividad en mi ser. Prácticamente viví de una maleta y ahora soy la reina del mix and match. Todos los días, menos los fines de semana, me forcé a vestirme y estar lista para poder salir a la calle en cualquier momento y sin que me agarraran en curva, pero los fines sí me gusta bañarme y ponerme la sudadera más grande y más rica que tengo en el clóset. Todos los días extrañé mis cinco looks corredores, las capas de Nike para salir a las 5 A.M. y mis 8,902 tenis, jajaja. Desde hace dos meses uso unas chanclas Jordan y ya ni sé dónde hay calcetines en mi casa. No he comprado nada de belleza más que por causas de fuerza mayor (ya no tengo corrector). Pero lo que sí compré fueron más putishorts para hacer squats en mi hogar. CREO QUE NADA CAMBIÓ de mi ropa, en general no soy tan consumista, tampoco acumulo tanto, solo sé que sí preferí aferrarme a lo que me daba paz y eso no involucraba jeans. Se escucha vanal o superficial, pero, híjole, qué subidón da.

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Le saqué mucho provecho a la ropa cómoda y colorida. Siempre me visto de negro y con jeans, chamarra de piel y botas, pero estas semanas reconecté con mis playeras de Disney de Diesel de los early 2000’s y a todo le quise echar cloro para hacerlo tie-dye. Cambié mis biker jackets de piel y las trucker de mezclilla por sudaderas. Con o sin cuarentena, cómo me visto depende de mi estado de ánimo. La gente cree que el negro es para deprimidos y poco creativos, pero empodera y habla mucho de mí. Sí hubo un par de días que me puse mis botas Calvin Klein de Raf Simons, otro día visité a mi mejor amigo y me vestí como si fuera a salir a cenar y después a una fiesta, el día de las madres me peiné y me puse una camisa para hacer Zoom con mi mamá. También hubo momentos en los que experimenté: para un Live con Gerard Cortés me puse glitter, para un challenge una pieza de Hua Lingerie, y de hecho, mi look de #ProudHumans es algo que no me pondría, nunca uso tops ajustados y menos sin mangas, pero fue lo que sentí para las fotos que hicimos por Zoom con Fer Piña. Pensé en lo cool de Freddie Mercury en tank top y jeans, so simple and so iconic.

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