Estilo y placer: el encuentro perfecto para saborearse despacio
En el corazón de Paseo de la Reforma, The St. Regis Mexico City abre sus puertas a una experiencia donde el lujo y el sabor se encuentran en perfecta armonía. De la mano de MYKA, la heladería de inspiración griega que ha marcado tendencia internacional, el hotel presenta una colaboración que celebra el arte del helado con un toque de modernidad y sofisticación.
Disponible de octubre a diciembre, esta colaboración transforma los espacios del hotel en un recorrido sensorial donde el lujo se saborea con calma. En el Glass House Café, un pop-up de MYKA recibe a los visitantes con su famoso Greek Frozen Yogurt: cremoso, ligero y endulzado de manera natural. Esta temporada suma un sabor especial, Pumpkin Spice, que rinde homenaje al otoño y a la nostalgia de los pequeños placeres.
El segundo momento ocurre en el Restaurante Diana, donde el Chef Ejecutivo Diego Niño convierte el helado en una creación de alta cocina. Su propuesta combina el Greek Frozen Yogurt Clásico con una delicada sopa de aceituna, supremas de mandarina, piel de naranja cristalizada y un bizcocho de sifón de jengibre. El toque final lo da un caramelo de aceite de oliva que aporta equilibrio entre notas cítricas y especiadas que sorprenden en cada bocado.
La experiencia se completa con una opción family style, también en el Restaurante Diana, ideal para quienes buscan compartir. Cada comensal puede crear su propio postre a partir de una selección de toppings pensados para despertar los sentidos: bizcocho de melaza trampado en praliné salado, merengues de jamaica con chile guajillo, compota de lychee con lavanda, salsa de maracuyá con cardamomo y miel, además de la reconocida salsa de pistache de MYKA. El resultado es un juego de texturas y contrastes que convierte el postre en un ritual de creatividad y placer.
Más que una colaboración gastronómica, esta alianza entre The St. Regis Mexico City y MYKA celebra la belleza de lo simple. Ambas marcas comparten una misma filosofía: disfrutar con intención. Cada detalle —desde la vajilla hasta el último matiz de sabor— cuenta una historia sobre la elegancia, el arte y el disfrute pausado.
Durante tres meses, el hotel se convierte en punto de encuentro para locales y viajeros que buscan experiencias que trascienden el paladar. Aquí, el lujo se vive despacio, entre sabores que inspiran, espacios que seducen y una invitación clara: saborear la vida.