La primera vez que escuché sobre Todos Santos, me hablaron de su encanto colonial, sus atardeceres de ensueño y la buena vibra que se siente en cada rincón del pueblo. Poco tiempo después, tuve la oportunidad de conocerlo y, desde entonces, he vuelto un par de veces y siempre me quedo con ganas de más. Esa buena vibra de la que me hablaron es tan real que te hace fantasear con pasar temporadas enteras ahí: entregarte al descanso y descubrir sus galerías de arte, concept stores y restaurantes únicos.
En mi última visita, conocí uno de los lugares más icónicos del pueblo: Todos Santos Boutique Hotel , un espacio que habita en una construcción con más de 100 años de historia. Esta joya arquitectónica fue propiedad de una condesa española y, en su momento, incluso fungió como el cine del pueblo. Hoy, tras una meticulosa restauración por la Oficina Sarmiento Legorreta, este edificio histórico ha renacido como un refugio íntimo para vivir lo mejor de Todos Santos.