Por Laura Millar
Respira, porque estás a punto de adentrarte en uno de los territorios estadounidenses más atractivos, especialmente para los amantes de las actividades al aire libre.
Situado entre Washington y California, en la costa oeste del país, lo primero que hay que saber es que Oregon brinda paisajes impresionantes. Casi la mitad del estado está repleta de bosques, con una mezcla cautivadora de montañas, valles, desierto alto e incluso volcanes.
Además, su serie de parques nacionales y estatales de sorprendente belleza ofrece muchas maneras de volver a conectar con la naturaleza; aunque sus modernas ciudades, como Portland y Salem (la capital) también brindan todos los servicios para sus habitantes.
Empieza por familiarizarte con el panorama en constante cambio, mientras caminas, ya que hay más de 1,000 rutas de senderismo que atraviesan el estado. Para disfrutar de la vista del caudaloso río Columbia, que forma la mayor parte de la frontera con Washington, dirígete al sendero Dog Mountain. El recorrido del Monte Scott es menos desafiante pero igual de asombroso, con un paisaje del cristalino Crater Lake, tonalidades azules brillantes de más de 600 metros de profundidad.
Otras maravillas naturales incluyen Hells Canyon, un vasto desfiladero de 16 kilómetros de ancho, incluso más profundo que el Gran Cañón; el volcán Mount Hood, con su forma distintiva y cima nevada; y el inmenso desierto de Alvord.
Los fanáticos de la escalada encontrarán su lugar en el Parque Estatal Smith Rock, por sus empinados acantilados de roca basáltica. Hay un montón de guías y rutas, además de bouldering, para principiantes y expertos por igual. En el Parque Estatal Silver Falls puedes caminar detrás de las cascadas entre los abetos de Douglas, la tercera conífera más alta del mundo. También está permitido acampar en la mayoría de estos lugares, para despertar en medio del bosque.
La costa de Oregon es un contraste total; a lo largo de sus más de 580 kilómetros, encontrarás playas de suave arena, carreteras sombreadas por los árboles, majestuosos promontorios y encantadores pueblos costeros. Si lo que buscas es un lugar donde extender tu toalla y sentarte cerca del mar, elige entre:
• Cannon Beach, conocida por su distintivo monolito
• Gold Beach, situada en la desembocadura del río Rogue y nombrada así por el oro descubierto aquí en el siglo XIX
• Manzanita, famosa por sus deslumbrantes playas de arena blanca
No dejes de ir a las imponentes dunas, a lo largo de 64 kilómetros entre Florence y Coos Bay. En algunas zonas, pueden alcanzar los 150 metros de altura. La propia Florencia es conocida como el patio de recreo costero de Oregon, gracias a su gran variedad de actividades, como montar a caballo, pasear en buggy por las dunas, hacer sandboard y andar en un quad todoterreno.
Visita el Parque Estatal en Cape Lookout, para tener la oportunidad de avistar ballenas, y haz una parada en Astoria, la ciudad más antigua al oeste de las Montañas Rocosas, para relajarte después de tomar el sol. Este antiguo pueblo pesquero y maderero está repleto de bares animados y cervecerías artesanales.
En cuanto al tema de las bebidas, Oregon tiene una sólida reputación por su vino, que durante los últimos cuarenta años ha tenido un creciente reconocimiento internacional. Su epicentro es el Valle de Willamette, ubicado entre las montañas Cascade y la ondulada cordillera de la Costa; aquí encontrarás el delicioso y galardonado pinot noir, producido en muchas de sus 700 bodegas, así como el pinot gris, el merlot y el riesling.
Otras grandes áreas productoras de vino incluyen el pintoresco Valle de Rogue, donde se fundó la primera bodega oficial del estado en 1873, y el Valle de Umpqua, con sus colinas y una mezcla de cadenas montañosas. En todas ellas encontrarás experiencias gastronómicas "de la granja a la mesa", con muchas salas de degustación para pasar las tardes.
Complementa los magníficos vinos con algunos de los mejores productos de Oregon: el estado es conocido por sus cerezas, avellanas, arándanos, manzanas e incluso trufas, donde también encontrarás salmón y cangrejo recién pescados. Selecciona una ruta gastronómica y viaja por el estado, probando sus delicias.
Por último, no puedes perderte una muestra del entorno citadino. Salem, la capital del estado (no, no la de Massachusetts, conocida por los juicios de brujas de 1693), es una comunidad artística pequeña, relajada y llena de museos y sitios históricos.
Si estás buscando algo un poco fuera de lo común, el destino es Portland. Su lema “Keep Portland Weird” da algunas pistas sobre lo fascinante que puede ser esta liberal ciudad: prepárate para un brunch con drag queens, paseos en bicicleta sin ropa, donuts creativos, librerías independientes, casas diminutas, un roller derby y mucho más. Portland mantiene una profunda conexión con la naturaleza, con más de 300 parques y espacios verdes, incluido el Forest Park, que abarca una impresionante superficie de 2,100 hectáreas.
