Publicidad
REVISTA DIGITAL

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

Heartstopper ¿cómo llegamos hasta aquí?

Una sincera opinión de la serie que sí o sí tienes que ver
vie 29 abril 2022 02:26 PM
heartstopper-como-llegamos-hasta-aqui.jpg
Heartstopper

Hay una sensación que se apodera de mí mientras, echado en el sillón, veo sin parar los ocho episodios de la serie Heartstopper que recientemente estrenó Netflix. No es para mí. No me habla a mí. Ese edulcorado y un tanto cursi romance adolescente que se cocina entre dos jóvenes británicos, protagonizado por Joe Locke y Kit Connor, tiene como destinatario a otra generación.

Mientras veo las imágenes de un joven escuálido, listo, perspicaz, simpático y con talento para la música, idealizar el amor con su compañero de banca, un lindo pelirrojo atlético con una destreza singular para el rugby y que goza de amplia popular; me viene a la mente la cinta de 1998 Get Real de Simon Shore, protagonizada por Ben Silverstone y Brad Gorton y que para algunos de mi generación fue el primer acercamiento al cine con temática LGBTQ+.

Publicidad

Ambas producciones audiovisuales, con más de 20 años de diferencia, se nutren del arquetipo del chico gay inadaptado, blanco de los hostigamientos escolares y un muy bien aceptado chico modelo, de esos que representan los consagrados valores de las instituciones académicas anglosajonas.

heartstopper-como-llegamos-hasta-aqui-2.jpg
Heartstopper

Como ya advertí, hay más de 20 años de diferencia entre una y otra y también una sociedad que ha comenzado a hacerse preguntas. Sobre todo, una nueva generación que se ha empeñado de forma decidida y contundente a reestructurar las narrativas que han imperado por décadas y que, en cierta medida, han perpetuado la violencia, la discriminación y el rechazo.

Publicidad

Mientras que en Get Real la acción dramática se centra en los conflictos por la salida del armario y la tortuosa relación con el entorno, Heartstopper se concentra en un proceso de identidad. La creadora Alice Oseman, quien es también la autora de las novelas gráficas, decide dejar de lado la atención en la crueldad y concentrarse en la curiosidad; rechaza las alteraciones de una confusión tortuosa y agobiante, por una indagación concreta que se aproxima a entender la sexualidad adolescente más como un espectro.

heartstopper-como-llegamos-hasta-aqui-3.jpg
Heartstopper

“¿Dónde voy a conocer a otros como yo?” se pregunta Steve, el personaje principal de la cinta de 1998 cuando se defiende de los regaños de su amiga Linda por ir a los baños de un parque a practicar cruising. Heartstopper se juega en otra liga, donde “tus pares” los que “son como tú” podrían estar en la banca de al lado creando chispas imaginarias o haciendo que hojas ilustradas sean lanzadas por el viento.

Publicidad

Mientras las series adolescentes que retratan a los preparatorianos hipersexualizados y abiertos al amplio mundo del deseo, esta producción tira en el sentido contrario sin llegar a ser puritana o aleccionadora. En otro momento el calificativo de cursi jugaría en un sentido peyorativo. Sin embargo, en esta ocasión puede ser uno de los valores de la serie. Las emociones de estos personajes están sofisticadamente articuladas, hay citas dobles con malteadas de sabores y enternecedores besos y abrazos.

heartstopper-como-llegamos-hasta-aqui-4.jpg
Heartstopper

Claro está que no hay un paraíso de colores. En esta serie, igual que en el filme del 98, hay homofobia, acoso, falta de aceptación y autodesprecio como ocurre con el personaje de Ben quien encuentra una desagradable liberación al maltratar a Charlie. Pero también se tiende una red de apoyo que va desde un profesor de arte abiertamente gay encarnado por el sensacional Fisayo Akinade (célebre por otras dos series imperdibles, Cucumber y Banana), hasta una comprensiva madre interpretada por la gran Olivia Colman.

heartstopper-como-llegamos-hasta-aqui-5.jpg
Heartstopper

Me desdigo de la afirmación con la que inicié este texto. Heartstopper sí me habla a mí. De alguna u otra forma, todos hemos estado ahí. Quizá para “los de mi generación” sea distinto, pero una serie como esta es una invitación a reconciliarnos con lo tortuosa que pudo ser la adolescencia. Reconfortante y sanadora, por decir lo menos. Una oportunidad de vivir -aunque sea en la ficción más idealista- ese romance intenso y cursi otorgado a la narrativa heterosexual hasta el cansancio en el cine y las series adolescentes. Alerta de spoiler. La vida adulta ya se hará cargo de los otros golpes.

Tags

Netflix

Publicidad