
Para mi generación, el celular se ha convertido en una extensión del yo, y es a causa de este fuerte vínculo inconsciente, que a veces nos resulta algo difícil discernir entre el mundo digital y el real. Este fenómeno nos desilusiona particularmente con las aplicaciones de citas , donde frecuentemente enfrentemos el incómodo choque entre la foto idealizada y la persona sentada frente a ti.
A pesar de facilitar conocer gente nueva, estas aplicaciones fomentan ciertas apariencias o estereotipos que la mayoría de las veces no corresponden a la persona que conoces en la vida real, y es esta disonancia de imagen o comportamiento, la que hace que las asociamos con pasar un momento incómodo y eso ha entorpecido nuestra habilidad para conocer gente real a la antigua.
