El mundo cambió radicalmente en un año. Además de tener que adaptarnos a un nuevo estilo de vida en casa, al home office y a quedarnos en casa. Nos desconectamos de las personas para conectarnos –aún más– a las pantallas.
Ahora, más que vacaciones necesitamos ir lugares que nos ayuden a volver a conectarnos con la naturaleza, el mundo exterior y, sobre todo, con nosotros mismos. Dejar a un lado los aparatos electrónicos, porque también con el encierro nos dimos cuenta que, así como es importante cuidar nuestro cuerpo, también lo es nuestra salud mental.