Para cerrar con broche de oro la semana de la moda masculina de Milán, Zegna nos dio cita en un complejo industrial a las afueras de la ciudad, es una especie de hangar blanco inhóspito, el último lugar en el que veríamos una expresión de la naturaleza. Sin embargo, la marca trajo un campo de lino de Normandía y lo instaló en su interior para crear la escenografía de este especial desfile.
Este campo de lino en realidad es de metal y esa es la intersección que la marca quiere explorar con esta propuesta en la que las plantas y la fabricación del hombre se encuentran en una fantasía de naturaleza industrial. El nuevo capítulo de Zegna explora la pluralidad como suma de diferencias, y la individualidad que surge cuando las prendas que se llevan parecen idénticas. Una individualidad que surge cuando las prendas que se llevan parecen aparentemente iguales, pero no lo son.