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La audaz visión de Frida Escobedo está transformando el Met

La arquitecta mexicana está redefiniendo el futuro de los museos.
mié 17 septiembre 2025 04:25 PM
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Frida Escobedo / Museo Metropolitano de Arte de Nueva York

Frida Escobedo era una niña de 8 o 9 años, de visita desde México, cuando vio por primera vez el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Incluso ahora, como arquitecta encargada de diseñar una nueva ala para el museo —la primera mujer en hacerlo en sus 155 años de historia—, recuerda ese momento con claridad. “Es un momento muy acogedor, casi como si estuvieras entrando a la casa de alguien”, dice.

Y es que el Met es, en muchos sentidos, un hogar: tanto para los neoyorquinos como para los amantes del arte en todo el mundo. “Es una de las pocas instituciones que reconoce que le pertenece a todos y a nadie al mismo tiempo”, afirma Escobedo. “Reconoce que necesita transformarse constantemente... Es casi como un caleidoscopio de lo que la humanidad puede ser.”

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Diseñar para una institución privada con una presencia pública tan prominente supone un gran reto. Y también una gran responsabilidad. Los planos de Escobedo para el ala Oscar L. Tang y H.M. Agnes Hsu-Tang, de cinco pisos, que albergará la colección de arte moderno y contemporáneo del museo, sumarán más de 6,500 m² de nuevas galerías, lo que representa un aumento del 50% en espacio expositivo. Esta nueva ala, que abrirá en 2030, marca una inversión significativa en arte moderno por parte del museo, un género que tradicionalmente no ha sido su fortaleza.

© Manuel Zúñiga_Frida_portrait.jpg
Frida Escobedo

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Sus renders, presentados en diciembre pasado, buscan conectar al visitante con la ciudad que rodea al museo. Las ventanas maximizan las vistas a Central Park, y la fachada incorpora una celosía de piedra caliza con listones verticales que capturan los cambios de luz solar a lo largo del día. También se expanden las áreas exteriores: una terraza de 930 m² en el cuarto piso y un jardín en el quinto.

En un campo aún dominado por hombres, Escobedo, de 46 años, no era precisamente el nombre más esperado para este encargo. “Hay valor en hacer las cosas por primera vez”, comenta. “Mirar con ojos nuevos es muy valioso.”

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Filippo Bolognese Images cortesía de Frida Escobedo Studio

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Cuando fue contactada por primera vez para presentar su trabajo ante Max Hollein, director y CEO del museo (e hijo del arquitecto ganador del Pritzker, Hans Hollein), pensó que se trataba de una exposición o un proyecto pequeño. Meses después, fue incluida entre un grupo reducido de arquitectos que presentaron propuestas para la nueva ala. En 2022, recibió la noticia de que había sido seleccionada.

Este proyecto representa un punto culminante en una carrera poco convencional. A los 23 años cofundó su propio despacho y nunca ha trabajado como empleada para nadie más. Todo comenzó tras graduarse en arquitectura y urbanismo (“Lo probé una semana y me enganché”), cuando junto a su entonces pareja, el arquitecto Alejandro Alarcón, abrió el estudio Perro Rojo. Diseñaron dos renovaciones para la familia de él y después crearon la Casa Negra, una casa en la CDMX inspirada en una cámara oscura. “Cuando me di cuenta, ya habían pasado cinco años. Entonces empecé a pensar: ‘Quiero experimentar y hacerlo sola’. Es un camino difícil porque no tienes mentoría, pero también tiene sus recompensas: puedes experimentar con lo que realmente te importa.”

Después de siete años de trabajo en México —incluida la remodelación del Hotel Boca Chica en Acapulco con el artista José Rojas—, Escobedo sintió que necesitaba un cambio. Se mudó a Estados Unidos para estudiar en Harvard y, tras graduarse, regresó a México con energías renovadas. Ahí comenzaron a llegar proyectos internacionales, como el prestigioso Serpentine Pavilion en Londres. Su firma también participará en la renovación del Centro Pompidou, prevista para 2030.

(Obligatorio)
Frida Escobedo

Cuando finalice el proyecto del Met, Escobedo habrá dedicado ocho años a él. Para ella, este paso del tiempo es esencial en la arquitectura. Al fin y al cabo, está creando algo que durará generaciones, basado en una idea que ya tendrá años cuando empiece la construcción. “Los arquitectos siempre vivimos en el pasado”, dice. “Lo que imaginamos para el futuro, para cuando ocurra, ya será obsoleto. Es algo que aceptamos constantemente.”

Escobedo comprende que su diseño se construye en diálogo con los visitantes del Met y quienes trabajan dentro de él: todos moldean lo que ese edificio llegará a ser. “No creo que esta profesión haya sido nunca sobre una sola persona decidiendo cómo debe ser un espacio. Eso fue una fantasía por mucho tiempo, pero en realidad es un trabajo colectivo”, explica. “Es el público quien termina el espacio.”

Y espera que todos se sientan como en casa.

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