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'Yo soy Simón' no es la película del año, pero sí la que la juventud LGBT necesitaba

'Yo soy Simón' no es la película del año, pero sí la que la juventud LGBT necesitaba
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Es verdad, la película Yo soy Simón, es una comedia romántica adolescente simple. Es predecible, convencional, complaciente; una cinta de fórmula. En conclusión, un blockbuster de temporada que, tan solo en nuestro país, congregó a más de 300 mil asistentes en su fin de semana de estreno. Sin embargo, estoy sentado en la butaca y, mientras siguen apareciendo en la pantalla los créditos finales, me ataca una pregunta ¿cómo hubiera sido mi adolescencia si está película se hubiera estrenado hace 10 años? Basada en Simon vs. the Homo Sapiens Agenda, el libro debut de Becky Albertalli, la cinta cuenta la historia de un adolescente en su último año escolar antes de ir a la universidad. En los primeros cuadros nos presenta su idílica vida cotidiana como un hijo de familia de clase media en un suburbio de Atlanta y miembro de un grupo de “amigos increíbles” y populares. Su narración en off deja las cosas claras desde el principio “Soy igual a ti… pero tengo un secreto gigantesco.”      Podríamos resumir en esta línea el acierto de la cinta. Por un lado plantea la diversidad sexual desde el discurso de la igualdad y lo retrata con la cotidianidad de su protagonista alejándolo de los clichés y estereotipos que han acompañado a los personajes homosexuales a lo largo de la historia del cine -principalmente el comercial- como roles secundarios generalmente cómicos, expertos en tendencias de moda, música pop, con guiños amanerados y personalidades estrambóticas.     Pero lo interesante está después de los tres puntos suspensivos. Su secreto es que es gay. No es algo que descubriremos a lo largo de la trama, incluso lo sabemos desde el trailer. Pero a Simon, no lo atormenta su preferencia sexual, algo también recurrente en las películas con personajes que representan a algún miembro de la comunidad LGBT+. Lo que realmente le preocupa, no proviene de su interior si no de su entorno cuando un antipático compañero de clases recurre al chantaje para no “sacarlo del clóset”. La pregunta que se plantea aquí no es ¿por qué soy gay? sino ¿por qué debería ser esto un secreto?

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“Soy igual a ti… pero tengo un secreto gigantesco.” (Twentieth Century Fox Film Corporation) “frustrantemente insulsa.” Y es cierto, muchos elementos resultan chocantes para el espectador. Pero el propio Sims acepta que es una pionera en entregar a los homosexuales la oportunidad de identificarse y protagonizar un romance simple y puntualiza con ironía: “Después de todo, ha habido docenas de mediocres películas de estudio sobre romances heterosexuales”. La trama de Yo soy Simon, se detona cuando un compañero del colegio utiliza el seudónimo Blue para salir parcialmente del closet en un blog escolar. El protagonista, entabla una conversación vía correo electrónico que de apoco se convierte en un enamoramiento a partir de la idealización de la persona que escribe. En ese sentido es una película bastante edulcorada y casta, centrada mucho más en el romanticismo que en el despertar sexual. Parece que los riesgos se toman de a poco. Con un presupuesto de 17 millones de dólares, la cinta del director Greg Berlanti marcó la salida del closet de 20th Century Fox al aventurarse con una producción del género protagonizada por un adolescente homosexual. Incluso, pueden presumir de ser el primer gran estudio de Hollywood en hacerlo. En una industria que, sabemos, da prioridad a los números en taquilla, se intuye más una motivación por cautivar y adueñarse de un público desprotegido que por plantear un discurso en pro de la igualdad. Lo cierto es que al gigante cinematográfico, la apuesta le representó ganancias mundiales, según el portal IMDb, cercanas a los $50 millones de dólares.

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Yo soy Simón, es una comedia romántica pionera. (Twentieth Century Fox Film Corporation) . Porque si una de sus premisas es cierta: “todos merecemos una gran historia de amor”, también la merece quienes son afeminados, quienes son estrambóticos, quienes no forma parte de una vida privilegiada y quienes viven fuera de las convenciones. De vuelta en la butaca, descubro que me conmueve poco la resolución romántica que plantean la dupla de guionistas integrada por Elizabeth Berger e Isaac Aptaker. Me conmueven mucho más los suspiros y los sollozos que se escuchan en la sala. Sin embargo, sé que a ese adolescente enamoradizo, ingenuo y romántico que fui, le hubiera emocionado mucho.

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