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Lo que el final de 'Mi año en Oxford' dice sobre elegir entre amor y tu futuro

La nueva película romántica de Netflix le da un giro inesperado a un viejo dilema.
mar 05 agosto 2025 11:38 AM
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Mi año en Oxford

Spoilers a continuación:

El género coming-of-age adora hacer que sus protagonistas elijan entre una relación amorosa y su futuro. Lo vemos en The Summer I Turned Pretty , con Belly abandonando sus planes de estudiar en París para quedarse con su prometido Jeremiah (quien de todos modos no quería que se fuera). También lo vimos en primavera con Forever: Justin quiere ir con Keisha a la Universidad de Howard, pero ella prefiere que cada uno tenga sus propias experiencias. Hay muchos más ejemplos en la cultura pop, y por lo general, es la chica quien elige al chico en lugar de sus sueños. Cosmopolitan señaló casos como The Hills , Boy Meets World y otros. (Y no olvidemos cómo Nate se convirtió en el villano de El diablo viste a la moda por intentar impedir que Andy siguiera con su trabajo). Al ver estas relaciones como espectadoras, es fácil juzgar a las mujeres que eligen al chico. Algo tipo: ¡Amiga, reacciona! ¡No lo vale! Pero Mi año en Oxford, la nueva película romántica de Netflix, complica esta decisión con una situación de vida o muerte.

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La película está protagonizada por Sofia Carson (la chica favorita del streamer) como Anna, una soñadora ambiciosa y planificadora nata que se toma un año sabático para cumplir su fantasía de infancia: estudiar en la Universidad de Oxford. Al terminar su curso de poesía, le espera un puesto en finanzas en una firma de alto perfil en Estados Unidos. Pero entonces se enamora de su guapo profesor, Jamie Davenport (Corey Mylchreest, de Queen Charlotte), quien desestabiliza todos sus planes. A pesar de la innegable atracción entre ellos, Jamie evita comprometerse con Anna. No porque sea emocionalmente inaccesible, sino porque tiene cáncer terminal y no quiere romperle el corazón. Incluso ha decidido no seguir con el tratamiento, a pesar de los deseos de su familia. Aun así, él y Anna no pueden resistirse y se lanzan al amor.

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Mi año en Oxford

Están tan enamorados que Anna se enfrenta a una decisión crítica: ¿debería regresar a EE.UU. para su trabajo en Goldman Sachs o quedarse en el Reino Unido con Jamie, para acompañarlo y cuidarlo el tiempo que le quede? Un factor clave es que Jamie no quiere que Anna se quede. Cree que tiene un futuro brillante por delante y que no debe sacrificarlo por un hombre que acaba de conocer y que pronto ya no estará. "Jamás te haría tomar una decisión tan estúpidamente absurda", le dice él, señalando también que no tendría gran proyección profesional si decide trabajar en la universidad. Cuando Anna le dice que no aceptará el trabajo en Goldman, él se enfurece.

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Pero la relación con Jamie ha sido transformadora para Anna. Durante su tiempo juntos, su amor por la poesía y la literatura se ha profundizado aún más. Habla de su sueño de recorrer el mundo. Le encanta la cita de Henry David Thoreau: "Vive la vida deliberadamente", la cual la ha inspirado siempre a planear cada detalle de su camino. Pero tras conocer a Jamie y su filosofía de carpe diem, se da cuenta de que quizá Thoreau hablaba de otra cosa. Vivir deliberadamente no se trata de planearlo todo, sino de “ser consciente de cada pequeño momento”, dice en la película. ¿Y qué es la vida sino una serie de momentos?

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Mi año en Oxford

Al final de My Oxford Year, Anna y Jamie se reconcilian después de su pelea y pasan la noche juntos, pero Anna despierta para encontrarlo casi inconsciente. Tiene un caso grave de neumonía que probablemente lo matará. En el hospital, el doctor quiere hablar de los pasos a seguir con sus padres, pero ellos deciden respetar sus deseos y dejar que la naturaleza siga su curso. De vuelta en casa, en lo que ahora es el lecho de muerte de Jamie, él y Anna hablan sobre el futuro de ella. Ahora que ha decidido quedarse en el Reino Unido, podrá hacer ese “gran tour” con el que siempre soñó. El itinerario incluye Ámsterdam, para ver una capilla escondida; París, para emborracharse junto al Sena; Venecia, para pasear en góndola; y Grecia, para ver el Templo de Poseidón y nadar en el mar Egeo.

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Mientras Anna planea su viaje en voz alta, aparece un tierno montaje de ella y Jamie visitando estos lugares... hasta que, al final, se revela que en realidad ella estuvo sola todo el tiempo. Cuando la escena regresa al lecho de Jamie y Anna, parece que él ha muerto a su lado. Puede que Anna no tenga físicamente a Jamie con ella durante su viaje soñado, pero sí lleva consigo sus enseñanzas y su visión de la vida. Como Carson dijo a ELLE US, su relación "la cambia para siempre y para bien", porque aprende a "aferrarse a lo que le da alegría y a lo que siempre fue el amor de su vida: la poesía y la literatura". Y en efecto, en la escena final de la película, Anna es ahora profesora en Oxford, impartiendo su propia clase de poesía.

My Oxford Year plantea que elegir al amor también puede ser elegir tu futuro—especialmente si ese amor te ayuda a alcanzar los sueños que antes temías perseguir. En cierto sentido, elimina la disyuntiva por completo, porque puedes tener ambas cosas: puedes tener tu pastel y comértelo también. Es romántico, melodramático y definitivamente poco común, pero funciona dentro del contexto de una película cursi de dos horas con referencias a Sylvia Plath y escenarios idílicos ingleses. Pero en casos como el de Belly en TSITP o Lauren en The Hills (ambas "la chica que no fue a Parí"), o en cualquier experiencia más realista, no es tan sencillo. Esas decisiones—y los hombres involucrados—requieren... un poco más de deliberación.

Este artículo fue publicado por primera vez en ELLE US .

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