La liberación fue un proyecto de cocción lenta que comenzó desde que Alejandra Márquez Abella, Ilse Salas, Johanna Murillo y Cassandra Ciangherotti trabajaron juntas en Las niñas bien (2018). Todas coinciden en que el ímpetu por hacerlo nació de las ganas de no separarse y de prorrogar su conexión creativa. La idea de hacer una serie feminista, narrada desde el humor, viene de las conversaciones que despertó en ellas el movimiento #MeToo, tan profundas como reales, tan sorprendentes como cotidianas, llenas de miedos, vivencias, posturas, contradicciones y cuestionamientos. Cuando el feminismo llegó hasta los guiones de las producciones mexicanas había algo que no se sentía bien... que se seguía haciendo desde una mirada masculina. Fue entonces cuando La liberación pasó de ser una idea a una necesidad. Era momento de hacer lo que mejor saben, e incluso de explorar nuevas fórmulas para dar representación a la experiencia femenina e invitar al público a cuestionarse sin aleccionar. Así surgió La liberación.
La Liberación: la serie que desafía la mirada masculina en el cine mexicano
Ilse Salas
Para Ilse, el feminismo es una travesía que deja nuevas preguntas con cada respuesta. ¿Por qué si parece que hemos roto con tantos condicionamientos y “despertado”, las mujeres siguen viviendo en opresión en tantos lugares del mundo y en nuestro país? ¿Por qué si el hombre también se beneficia de ser sensible se niega a soltar su poder? Para ella la liberación llega cuando te atreves a ver de frente estos problemas y te cuestionas; es como cuando te pones los lentes para ver clarito y nunca más quieres volver a quitártelos.
Alejandra Márquez Abella
El mensaje que Alejandra quiere que la gente se lleve de la liberación es tan sencillo que puede parecer absurdo: “Que las mujeres somos personas”. Pero encierra la carga del deber ser de la mujer: buena, pura y servicial. Al decir que las mujeres son personas, implica también la posibilidad de ser mala, corruptible y libre de vivir sus matices sin juzgar si eso está bien o está mal. Para Ale, La liberación es provocar, porque no le teme a los caminos difíciles y como ella misma dice: “la carretera pavimentada, no; ¡al monte con machete!”
Johanna Murillo
Johanna recuerda que a raíz de que se involucraban con movimientos feministas, en sus pláticas descubrieron que existían demasiadas reglas sobre cómo ser “una buena feminista”. Estas llevaban a las mujeres a un nivel de autoexigencia que terminaba por sentirse impositivo. Lo más importante hoy es poder entender la diversidad y la complejidad de las experiencias individuales y salir de tus propios márgenes. Ser feminista es como un músculo que se debe ejercitar a diario y la liberación, para ella, es un concepto cambiante y evolutivo
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