Dicen que los años no pasan en vano y que cuando somos mayores cobran factura en nuestra apariencia física; delatando nuestra edad con arrugas, manchas y marcas de todo tipo. Pero parece que este dicho popular no aplica para la reina Isabel II, que a sus 94 años ha envejecido con gracia por seguir un régimen de belleza que desafía el tiempo.
Con casi un siglo de edad, debemos reconocer que la reina se ve al menos unos quince años más joven y aunque su longevidad genética (su madre, la Reina Madre vivió hasta los 101 años) ha sido un elemento fundamental, también le debe llegar a esta edad con una piel bien cuidada a dos marcas cosméticas proveedoras de la Casa Real: Elizabeth Arden y Clarins.