La súper modelo está cambiando la forma de ver la belleza.
Este es solo el principio.
Por Leah Faye Cooper
Foto por Chris Colts
Moda: Alex White
Pegado al refri de Imaan Hammam, junto a varias fotos de familiares, amigos y momentos de sus viajes por el mundo, hay un pedazo de papel escrito a mano que dice 2023 en la esquina superior, debajo hay una lista de las cosas que la modelo de 26 años quiere lograr este año: aprender un nuevo idioma (ya habla holandés, inglés y árabe); aplicar para la Global Entry (doblemente subrayado para enfatizar); buscar un terapeuta (“Ya lo hice antes pero creo que es momento de que lo haga de nuevo”, dice).
Solo tengo acceso a esta lista porque el trabajador que está arreglando el vestidor de Imaan se está tardando más de lo previsto, habíamos planeado vernos en un café pero cambiamos los planes y Hammam me invitó a su departamento en Brooklyn. “Islam” también aparece escrito en la lista. “Soy afortunada de ser musulmana”, asegura, “pero es muy duro estar en una ciudad occidental y tratar de mantenerte cerca de tu religión”.
Este día en particular es el día 13 del Ramadán y apegándose a su lista de prioridades de 2023, Hammam se ha tomado todo el mes de descanso del modelaje para enfocarse en su fe, justo ahora tiene que ayunar desde el amanecer hasta el atardecer. “Le dije a mi agente, ‘te amo pero este mes es para sanarme, nada de trabajo’”, dice, a la vez que me asegura que antes se ha presionado mucho durante Ramadán. “Hubo momentos en los que llegué a desmayarme en el set. Te tienen haciendo muchas cosas durante los shoots. Es como bailar, saltar, correr —y luego está el cuarto para hacer videos de TikTok…” sentadas en un tapete de felpa en su sala, usando jeans de pierna ancha y una sudadera oversize de color verde, Hammam se muestra enérgica y adorable, se entrega con risas, gesticula con las manos y en repetidas ocasiones inclina la cabeza hacía un lado.
Hammam lleva diez años en el torbellino de la industria de la moda como una de las modelos más cotizadas. Nacida y criada en Holanda, de madre marroquí y padre egipcio, fue descubierta a los 13 años. Su primer contrato lo firmó a los 16 y “ahí empezó la locura”, asegura. Por mucho que intenta equilibrar el trabajo y la escuela —asistir a clases cuando está en casa y conectarse vía Skype cuando está de viaje—“puse la escuela en segundo plano”, admite. Motivada por figuras de alto perfil de la industria de la moda, se mudó a Nueva York, hizo su debut en la pasarela en el desfile de otoño de 2013 de Jean Paul Gaultier y abrió el show de primavera 2014 de Ricardo Tisci para Givenchy. Los años siguientes ha aparecido en decenas de portadas de revista, ha protagonizado campañas para Chanel y Versace y ha colaborado en colecciones con Frame y Port Tanger. A principios de este año añadió a su portafolio uno de los trabajos más deseados en el mundo del modelaje al ser elegida como el nuevo rostro de Estée Lauder.
“El sueño de ser una mujer Estée estuvo siempre en mi mente”, dice “es como ‘si eres una chica Estée, es todo, lo lograste, has triunfado, está hecho’”. Ser la primera embajadora de la marca de origen afro árabe hace su contrato realmente significativo. “Es la representación que necesitamos”, afirma, “y es increíble”.
Las primeras fotos de la campaña son imágenes que una Hammam más joven hubiera apreciado. “En realidad no veía representación de mujeres que se parecieran a mi, así que me era muy difícil pensar que era bonita”, dice. Su ascenso como súper modelo coincide con el escrutinio de la industria de la moda por la falta de diversidad, pero también con sus pasos hacía una mayor inclusión. “Siempre podemos hacerlo mejor”, dice sobre el esfuerzo, aunque desde la década que empezó su carrera ha notado un cambio. “Si ves cualquier portada de revista actual, si ves las campañas, hay mucha diversidad y eso me hace muy feliz. Me siento orgullosa de tal vez ser una de las mujeres que ayudaron con eso”.
La carrera de la que Hammam se siente merecidamente orgullosa, le permite viajar por todo el globo y apoyar a su familia que tanto tuvo que luchar (“a veces no comíamos por una semana”, dice). Pero, ¿alguna vez ha sentido que ser modelo le cause algún conflicto con su identidad como mujer musulmana?
“Constantemente”, afirma. “Desde el principio de mi carrera mi mamá siempre me decía, ‘quiero que hagas esto, pero hazlo de una forma en la que siempre haya respeto para ti y tu religión’. Fui a un evento hace no mucho y usé un look con el que mi mamá no estuvo muy feliz, me siento entre la espada y la pared todo el tiempo”, asegura mientras baja la mirada y sacude la cabeza.
Aún así, Hammam está consciente de la influencia que tiene su visibilidad y es una apasionada de usarla de una forma positiva. “Actualmente, con las redes sociales tienes la oportunidad de ser mucho más que una modelo o una persona bonita, también puedes decir lo que piensas y compartir tus creencias”, dice. “Usar mis plataformas para simplemente hablar de quién soy —ser marroquí, egipcia y musulmana— solo eso ya está ayudando a mucha gente. Ayudándoles a sentir que son vistos y a perseguir sus sueños con seguridad y confianza”.
Mientras Hammam persigue sus propios sueños, tiene la fortuna de estar rodeada de un grupo de amigos cercanos y compañeras modelos como: Cindy Bruna, Ophélie Guillermand, Mélodie Monrose y Leila Nda. Anteriormente en su carrera encontró una mentora en Bethann Hardison. “Cuando la conocí me enamoré de inmediato”, dice Hardison, “tiene esta clase de belleza de la que nunca te cansas y ha aprendido a tener presencia en todo lo que hace —ya sea en revistas impresas o en pasarelas. Realmente ha aprendido a ser una gran modelo”.
Para una Hammam adolescente, conectar con Hardison fue determinante. “En ese entonces todo era muy competitivo”, dice Hammam acerca de la dinámica que había entre modelos negras en los castings. “Podría entrar a una habitación siendo súper amigable ‘Hola, qué tal, soy Imaan’, pero nadie realmente quería hacer amigos”. En retrospectiva reconoce que la helada recepción tenía poco o nada que ver con ella y más con el hecho de que las marcas rara vez elegían más de una mujer negra para sus pasarelas. “Tiene sentido. Si solo una chica es elegida, es normal que te sientas de esa manera”.
Para fortalecer y crear un sentido de camaradería entre modelos negras emergentes, Hardison creó un grupo de chat en el que regularmente las invitaba a cenar o hacer planes. “Se aseguraba de que todas nos lleváramos bien”, recuerda, “íbamos a restaurantes de lujo. Ella es sofisticada, eso me encanta. De pronto aparecíamos en el New York Edition Hotel —20 modelos— pedíamos una habitación arriba y solo nos sentábamos a platicar y pasar el rato. Eso era bonito. Ella es una leyenda, logró abrir muchas puertas para las mujeres de color y lo sigue haciendo actualmente”. Hammam, dice Hardison, más que apoderarse de sus oportunidades —trabaja duro, no solo para elevar y sustentar su carrera, sino para encarar el sentido de unidad que su mentora esperaba que estableciera. “No es una chica que busque complementarse con alguien más”, asegura Hardison. “Ella busca completarse a si misma y atraer a los demás”.
Aunque Hammam “solía salir mucho a la calle”, recientemente ha estado pasando más tiempo en casa, en el departamento que compró hace seis años. “No sé si soy yo siendo Libra, pero me aburro muy rápido de los muebles, los colores y las cosas. Cambio todo cada medio año”. Actualmente, dos sillones de terciopelo verde oscuro decoran su sala. Techos altos y ventanas enormes crean un espacio lleno de luz. Planea deshacerse de la silla colgante que tiene al lado del vestidor; “ese era uno de mis sueños de Pinterest, dice. Un póster de la película Ciudad de Dios y una foto suya tomada por el fotógrafo marroquí Hassan Hajjaj, están recargadas sobre la pared esperando ser colgados en los próximos días. “Honestamente mi departamento es mi lugar seguro, mi cielo seguro”, dice. “Amo pasar el tiempo aquí”.
Si sigues a Hammam en TikTok, tal vez has visto su cocina abierta, donde ella y su compañera de modelaje Monrose se graban cocinando. Dejar correr la cámara mientras prepara una tarta de kunafa y bechamel con macarrones egipcios es la prueba del contenido que para ella es manejable, en medio de una cultura impulsada por las redes sociales que suele estresarla. “A veces me vuelvo loca con lo que me escriben en DM, ‘te vas a ir al infierno, estás vendiendo tu cuerpo’”. Ahora no le afecta tanto como cuando era adolescente, pero “tampoco puedo sentarme y decir ‘esto no me hace sentir nada’”. Del otro lado de la moneda están el otro tipo de interacciones —como Hammam conectando con una de sus modelos favoritas de toda la vida, Yasmeen Ghauri. En una de sus conversaciones, Ghauri le preguntó dónde había aprendido a caminar por la pasarela. “Yo estaba como ‘Mujer, ¡fue de ti!’”
Antes de reanudar las pasarelas y regresar al set, Hammam pasará unos días con su familia en Marruecos —es una de seis hijos de una familia mezclada. Dada su curiosidad innata, la lista pegada en su refrigerador podría seguir creciendo. Hamman es voluntaria en el Asiyah Women’s Center —una organización que brinda apoyo y refugio a mujeres que son víctimas de violencia doméstica— también frecuenta el centro islámico de la Universidad de Nueva York los viernes para las lecturas y los rezos del imán, Khalid Latif. Está tomando un curso de inglés de negocios a través de la plataforma en línea Perfectly Spoken y está aprendiendo jiujitsu brasileño, “solo he tomado una clase y fue súper loco”, practicamos la técnica de estrangulamiento en un hombre, en lo que parecía una competencia de artes marciales mixtas. Se pregunta si fue demasiado intenso para ella. “Está bien, pero no sé si es lo que debería estar haciendo”. Pero no puede resistirse a hacer cosas nuevas. “De cualquier forma lo seguiré haciendo porque creo que es un deporte divertido”.
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