La historia de la moda está plagada de grandes rivalidades entre genios como Coco Chanel y Elsa Schiaparelli; Karl Lagerfeld e Yves Saint Laurent o Halston y Calvin Klein, por nombrar solo algunas. Aunque en la actualidad siguen existiendo ciertos antagonismos, los creativos han sabido comprender que la industria navega en una misma balsa en la que, si todos reman, avanzan. Así, el presente de la moda se ha vuelto colaborativo.
El presente (y el futuro) de la moda es colaborativo
Si H&M logró tender un puente hacia las colaboraciones entre marcas accesibles y de lujo con sus famosas colecciones de diseñador , Moncler encendió la mecha de las colaboraciones entre casas de moda. En 2019, esta marca especializada en chamarras y activewear de lujo revolucionó el sistema de las collabs al presentar Moncler Genius, un esquema en el que invitó a ocho de las mentes más brillantes y codiciadas de la moda a diseñar cápsulas, cada una de ellas con una fecha de lanzamiento independiente. De esta manera, no creaba un único momento de hype y ventas sino muchos a lo largo del año.
La primera entrega de Moncler Genius se presentó en febrero de 2019 y participaron personajes como Pierpaolo Piccioli, director creativo de Valentino, quien lleva años acaparando los titulares de todas las alfombras rojas; el emergente pero prometedor Richard Quinn, quien logró capturar la atención de la mismísima reina Isabel II ; los rebeldes favoritos de la moda londinense Simone Rocha y Craig Green; el rey del street style y hoy cabeza creativa de Givenchy, Matthew M. Williams, y más. Desde ese primer grupo de creativos, Moncler dejó claro que la apuesta por este modelo de negocio era grande, y para los diseñadores invitados, representó un nuevo reto que les permitió expandir sus posibilidades creativas. La misma Simone Rocha expresó que estaba emocionada por todos los nombres que se unían para esta aventura. Desde entonces, Moncler Genius ha sumado a más talentos de gran investidura como J.W. Anderson y Rick Owens.
Fue también en 2019 cuando Jean Paul Gaultier asombró a todos al despedirse de su firma homónima. Pero el siempre transgresor enfant terrible tenía una sorpresa más: directores creativos itinerantes. “La idea de que diferentes diseñadores interpreten una marca de alta costura se me ocurrió en los noventa, una casa de alta costura en París que se encontrara sin diseñador”, explicó Gaultier sobre el origen de este nuevo formato. La primera elegida para enfrentar el desafío fue Chitose Abe de Sacai, aunque la colección debía debutar en 2020, la pandemia retrasó el lanzamiento y se presentó en la semana Couture Fall Winter 2021. Pero para hacer la espera más llevadera, Gaultier tenía un anuncio más bajo la manga: su regreso al ready-to-wear también bajo el formato de directores colaborativos. Para esta colección prêt-à-porter otoño invierno 2021, invitó a cinco diseñadores promesa a reinterpretar los códigos de la casa. Los elegidos fueron Nix Lecourt Mansion, Ottolinger, Palomo Spain, Alan Crocetti y Marvin M’Toumo, y el resultado, un sold out inmediato.
Otro de los giros inesperados que trajo el 2020 fue el anuncio de que Raf Simons sumaba fuerzas con Miuccia Prada como codirector creativo de la firma italiana. Para quienes no supieron entender el poder de la colaboración, significaba la renuncia de Miuccia a su independencia creativa, para quienes han sabido apreciar el resultado, es la colisión de dos de los genios vivos más relevantes de la industria resultando en una superpotencia de la moda. Prada fue la primera empleadora de Simons cuando lo nombró director creativo de Jil Sander en 2005. Quince años después se reencuentran como iguales y la simbiosis entre ambos es un verdadero diálogo en el que interactúan sus códigos personales como creativos hasta hacerse uno. Si dos de las figuras más prominentes en este mundo supieron entenderlo es porque mucho debe llevar de cierto: el presente es colaborativo.
La más reciente hazaña que hemos visto en estas ecuaciones de la moda ha sido la de Gucci y Balenciaga, las dos marcas de mayor éxito dentro del conglomerado de lujo Kering. Aunque sus directores creativos, Alessandro Michele y Demna Gvasalia, respectivamente, acordaron no llamarlo una colaboración sino un hackeo creativo. Michele permitió a Gvasalia intervenir con su lenguaje y el de Balenciaga el universo de Gucci. Logotipos de Balenciaga en las piezas icono de Gucci y viceversa, sus monogramas entrelazados y un respiro a la competencia entre marcas. Este fue verdaderamente el crossover que no esperábamos ver pero que marca el camino a los que vienen detrás. En la década de los 2020, las marcas y los diseñadores de enfrente son amigos, no rivales.