Poco más de un año y medio ha pasado desde la muerte del diseñador alemán Karl Lagerfeld a los 85 años, un hombre que nunca se casó ni tampoco tuvo hijos, y que dedicó toda su vida a trabajar en la moda, empezando en Balmain, Patou, Chloé, Fendi, Chanel, hasta su firma homónima; una larga y apasionada trayectoria creativa con la que amasó una gran fortuna.
Una fortuna calculada en unos 170 millones de euros, que al no tener descendientes directos ni familia cercana para poner en su testamento, se rumora que la heredó (al menos en parte) a su adorada gata Choupette, que se ha convertido en una celebridad por derecho propio y su última aparición ha sido como embajadora de la marca alemana de muebles para mascotas LucyBalu.