Con su enorme producción y condicionales laborales desfavorables, la cultura de la moda desechable es claramente insostenible y en países como el Reino Unido, sede de gigantes del fast fashion como Primark y Topshop, es un problema arraigado, que con la crisis de coronavirus pide a gritos un cambio y la intervención del gobierno parece la única alternativa.
En 2019, fue rechazado un informe del Comité de Auditoría y Medio Ambiente en el que pedía al gobierno británico ayudar a regular la industria de la moda del país y solucionar el problema de desechos, pero este año podría ser diferente debido al aumento de inventarios sin vender, tiendas cerradas, despido de personal y sobre todo una mayor conciencia de consumo.
Los británicos cada vez se involucran más en reducir el impacto de la industria de la moda en el medio ambiente , y saben que el cambio lo hacen todos; tanto diseñadores, como vendedores, compradores, organizaciones, estudiantes, maestros, periodistas y legisladores, para que sea efectiva la intervención del gobierno en arreglar el modelo fast fashion y obligar a las empresas a cambiar su enfoque.
“El coronavirus ha descubierto profundas desigualdades e insostenibilidad en la moda. Crear un futuro sostenible y ético para la industria es un desafío importante pero complejo para el gobierno, la industria y el público, pero lo que está claro es que hay interés por esto en todas las partes”, aseveró Catherine West, miembro del Parlamento y presidenta de Group for Ethics .
El informe medioambiental incluye puntos de acción como impulsar el reciclaje de telas , apoyar a las empresas con modelos comerciales ecológicos, invertir en el desarrollo de telas sostenibles y el regreso de la fabricación local. Pero además de la intervención legal, señala que la acción ciudadana juegan un papel crucial y que las marcas rindan cuentas al gobierno.