Debo admitir que soy conocedor no declarado de la realeza británica y declarado de la moda (obviamente) y aunque no lo creas, antes de la cuarentena jamás había visto la serie The Crown, que naturalmente devoré. Desde el primer capítulo quedé enganchado y el último me dejó con ganas de más, no solo por la trama y extraordinarias actuaciones, sino también por el vestuario.
Mi temporada favorita hasta ahora, ha sido sin duda la tercera (la última en Netflix), protagonizada por Olivia Colman y Helena Bonham Carter, como la reina Isabel II y la princesa Margarita, respectivamente; que se centra en la complicada pero necesaria relación de estas hermanas con personalidades y estilos completamente opuestos que se reflejan en acciones y también en sus atuendos.
La diseñadora de vestuario británica
, se unió a la serie en la tercera temporada para expresar de una manera más libre y reveladora la psique de los personajes, más allá de una recreación apegada a la historia. Describe esta experiencia a la como “un cuento de hadas” y confiesa que no se consdera una vestuarista “particularmente académica”.“Tienes a la hermana buena y a la hermana mala, el
, que vendrán más tarde, y la idea detrás de eso para mí siempre fue casi codificar con colores a nuestros personajes", dijo Roberts sobre los contrastes en la serie, y añadió la importancia del color para ubicarse en la época "El color, el color de los años sesenta y los setenta, fue nuestro pilar.”Continuó explicando las elecciones de color, “Para la reina, son colores pastel claros y dulces, y luego tienes a Margarita con berenjena, verde oliva un poco más tenues. Margaret no tiene ningún papel (en la monarquía), así que intentábamos decir esto con el color, patrones más locos, una especie de exceso: probándose abrigos de piel junto a la alberca, fumando y escondiéndose detrás de los lentes de sol ", finalizó
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