
En Sinkiang, los uiugures son enviados a estos campos masivos destinados a cambiar su pensamiento político, sus identidades, sus creencias religiosas y su idioma, y son sometidos a trabajos forzados. Algunas instalaciones mantienen a los presos día y noche, mientras que otras los liberan de noche para regresar a sus casas, pero con cuidadores asignados y libertad limitada.
