Lo primero que llamó mi atención al recorrer los espacios de Rosewood Villa Magna en Madrid fue la sensación de estar alejado de la ciudad aún sabiendo que me encontraba en el corazón de ella. Sus espacios, inmersos entre las arboledas del Paseo de la Castellana se sienten como estar en una casa de verano. Pero luego recuerdas que te encuentras sobre una de las avenidas principales de la capital española y que basta con una caminata de 10 minutos -o menos- para llegar algunos de los sitios de mayor interés turístico. En ese sentido, Rosewood Villa Magna representa el oasis de descanso que todos los viajeros buscamos para dar el balance perfecto entre una agenda llena de actividades y los momentos de paz tan necesarios al final de la jornada.
Rosewood Villa Magna: un emblema de hospitalidad y gastronomía en Madrid


El hotel ha sido renovado recientemente y cada una de sus 154 habitaciones tiene la disposición de pequeños apartamentos que lo hacen aún más acogedor. Con pequeñas amenidades como las iniciales de tu nombre bordadas en las fundas de las almohadas, cada detalle está pensado para garantizar una estadía de ensueño. Durante las noches de verano, el jardín del hotel se convierte en un cine al aire libre con proyecciones a diario que puedes acompañar de palomitas y tu coctel favorito. En el invierno, en cambio, se transforma en una pista de hielo y la bebida por excelencia es un chocolate caliente.

Pero ya que estoy hablando de primeras impresiones, debo mencionar el lobby del hotel, planeado como la recepción de una gran casa señorial que, si eres amante de las series de época españolas, te hará sentirte en una de ellas. En esta área se encuentra el restaurante Flor y Nata, que además de recibir a los huéspedes se ha convertido en un punto de encuentro para los madrileños. Reconocido por su ‘afternoon tea’, este lugar es ideal para una comida ligera, un café o un almuerzo casual.

Continuando con el recorrido gastronómico por Rosewood Villa Magna, encontrarás Las Brasas de Castellana, una brasserie contemporánea que rinde tributo a la cocina española de temporada, elaborada con productos de proximidad bajo la dirección del chef Francisco Sanabria. Como podrás adivinar por su nombre, su carta está basada en el poder del fuego. Uno de los imperdibles de Las Brasas es su brunch dominical donde, acompañado de música en vivo, pasarás una agradable mañana. Ahora que si lo que buscas es un plan para más tarde, el bar del hotel, Tarde.O, lo tiene todo. Inspirado en la tradición de tomar vermut antes de comer, aquí se ofrece coctelería clásica y vermut. Su terraza es como un jardín urbano que enaltece la esencia de las terrazas madrileñas. Está abierta todo el año y es testigo de esas tardes memorables llenas de buenas pláticas.

La joya gastronómica de Rosewood Villa Magna es Amós, el templo de la cocina cántabra contemporánea liderado por el chef Jesús Sánchez, poseedor de tres estrellas Michelin en su restaurante Cenador de Amós en Cantabria. Aquí, Sánchez transporta a los comensales a un viaje por el norte de España a través de una propuesta basada en cuatro pilares fundamentales: tradición, esencia, sabor y producto. Todo sucede en un ambiente refinado diseñado por la arquitecta Alejandra Pombo, quien imprimió al espacio una “esencialidad compleja” que refleja la elegancia y sensibilidad de la alta cocina cántabra.

En Amós, cada detalle cuenta. Desde los ingredientes de temporada hasta la secuencia de platos emblemáticos como la tortilla de Amós, el bombón de ensaladilla o el rabo de novilla en costra de patata, el menú refleja la pasión del chef por rendir homenaje a su tierra. “Queremos que comer en Amós sea un viaje al norte, a sus productos, sus elaboraciones tradicionales, el mar y la huerta”, explica el chef Sánchez, quien también propone una experiencia más casual con una secuencia de cinco tapas para acompañar el vermut. Ya sea para una comida íntima o una celebración especial, Amós ofrece una experiencia sensorial y emocional única en Madrid.

En una ciudad tan vibrante como Madrid, encontrar un espacio que equilibre la sofisticación con la intimidad no es tarea sencilla. Rosewood Villa Magna lo consigue con una propuesta que acogedora, cercana y profundamente cuidada. Ya sea que busques una escapada gourmet, un momento de desconexión o un espacio que puedas llamar “home for the weekend”, este hotel lo tiene todo. No es solo un lugar donde quedarse, es un lugar al que quiero volver.
