Soy esa persona a la que le gusta que sus amigos se acerquen para pedir recomendaciones: desde una tienda local hasta una serie y por supuesto, el restaurante imperdible del momento. Por eso, también valoro cuando una recomendación me sorprende de verdad. En mi última visita a Puerto Escondido, me dejé guiar por la Guía Michelin —sí, esa que ahora también cubre México— y fui directo a tachar un nombre que llevaba meses en mi lista: Almoraduz.
Almoraduz: el imperdible de Puerto Escondido aprobado por la Guía Michelin
Cocina de autor, sabores oaxaqueños y una experiencia multisensorial: Almoraduz es el restaurante que pone a Puerto Escondido en el mapa gastronómico global.
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Puerto Escondido es uno de esos lugares donde el descanso se siente en el ambiente. Pero además de sus envidiables playas, también tiene una escena gastronómica cada vez más emocionante, y Almoraduz es prueba de ello. Fundado por los chefs Quetzalcóatl Zurita y Shalxaly Macías, este restaurante combina la cocina de autor con los sabores más profundos de la tradición oaxaqueña. Es una experiencia tan sensorial como deliciosa.
Si vas, te recomiendo sin duda el menú degustación: una experiencia de diez tiempos que arranca con una limpia simbólica de copal —un detalle que marca el inicio de algo especial—. Lo que sigue es un recorrido que va de lo experimental a lo ancestral, donde cada platillo es explicado a detalle y cada bocado revela mezclas de sabores inesperadas pero perfectamente armonizadas.
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Hay muchos platillos dignos de mención dentro de la carta, pero los moles merecen una aparte. El coloradito, por ejemplo, lleva más de diez días de preparación y acompaña un lechón confitado con puré de camote que se queda contigo mucho después de la última cucharada. También hay espacio para toques creativos como el risotto negro de mariscos o las tostadas con papada confitada, chapulines y chile tusta.
El espacio es acogedor, con una vibra cálida y tranquila que refleja el cuidado que el equipo le pone a todo. Almoraduz no solo honra los ingredientes oaxaqueños; los celebra con creatividad, técnica y corazón. Y sí, ahora entiendo por qué la Guía Michelin le puso el ojo: es uno de esos lugares que no se olvidan.
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