La mexicana, Luvia Lazo, se convierte en la ganadora de Leica Women Foto Project

Andrea Bautista (A.B): ¿Cómo descubriste tu pasión por la fotografía y cuándo decidiste que sería una herramienta para resaltar las raíces mexicanas y los pueblos indígenas?

Luvia Lazo (L.L): Más o menos a los 15 años. Me toca el tiempo en el que existe la transición de celulares de solo llamada a celulares con cámara. Empiezo a tener acceso al internet y veo cómo mi entorno y mi contexto no es nada similar a las cosas que yo estoy viendo. Para mí algo que es súper importante decir es que mi trabajo, más allá de enaltecer México, de buscar nombrar las raíces o de que la gente diga "¡Qué bonito es México, que colorido!", busca desdibujar esa línea entre quiénes somos como personas que vivimos, hablamos y estamos en comunidades atravesadas por el tema geográfico racial que es ser indígena; y las personas que están fuera de eso.

Con la foto, me gusta desdibujar esta línea; vernos como iguales. Que una mujer que está viviendo en la Sierra Juárez de Oaxaca tiene los mismos sueños que una mujer que está viviendo en la Escandón en Ciudad de México. Quiere crear, quiere ser, quiere explorar, quiere vivirse, quiere enamorarse, le rompen el corazón, ama, es madre, es hija, es hermana.

A.B: En el contexto de Leica Woman Foto Project, ¿cómo te sientes al ser reconocida a nivel mundial como una de las ganadoras? ¿Qué significa para ti este logro?

L.L: Para mí, poder ser parte de Leica desde la fotografía, que es algo que yo he estado haciendo por tanto tiempo desde mi trinchera, ha servido para amplificar lo que estoy explorando, sintiendo y viendo. Me causa mucha motivación, mucha alegría y realmente espero que lo que logre con el proyecto pueda conectar con personas de comunidades súper pequeñas en algún otro lugar del mundo con comunidades en México.

Me siento bastante honrada porque, cuando apliqué, estaba muy nerviosa por la naturaleza de mi proyecto; que no explora temas como fuertes o violentos, sino que es de mucha ternura, de mucho cariño, de mucho amor. En cuanto al tema económico, es un apoyo bastante significativo, pero también una responsabilidad muy grande como fotógrafa, como mujer y como persona que vive en una comunidad de usarlo de la mejor manera para que pueda expandirse de forma bastante horizontal con las personas con las que voy a conocer.

A.B: ¿Nos podrías contar un poco más a detalle cuál fue el proyecto que presentaste?

L.L: El proyecto que presenté se llama "Mujeres de las nubes". El título ya en sí es un juego de palabras. Mujeres de las nubes quiere decir en mi lengua [zapoteca] "yo soy una benny zaa" [una persona de las nubes]. Hice como este juego de palabras para nombrar el proyecto, porque es exactamente lo que explora: la feminidad, el ser mujer como en la simpleza de la palabra de ser mujer. Hago el proyecto de la mano de mi hermana, mi mamá, mi abuela, una amiga, una amiga que también era una abuelita y con un par de amigas que también son de comunidades originarias.

Todas ellas tienen un segundo rol. Mi mamá es madre pero es mujer, mi abuela es abuela pero es mujer. Mi hermana es hermana, también es madre, pero también es mujer; y entonces trato de desmarañar todos estos adjetivos al rededor y solo dejar en el centro la palabra mujer. Desde ahí, partir la exploración de que mi mamá se enamoró, le rompieron el corazón, pero también mi abuela, pero también mi hermana, pero también mi amiga. Ellas también sueñan y también quieren lograr cosas. También se cansan de ser mamás y se cansan de ser abuelas, de amigas. Busco desenmarañar todo esto y mostrar que las mujeres, simplemente como mujeres, tenemos sueños, tristezas, alegrías, rituales y todos estos actos diarios que nos hacen ser mujeres.

A.B: ¿Cuál es tu meta como fotógrafa?

L.L: Me encantaría que alguna niña en algún lugar vea mi trabajo y diga "me encantaría mucho hacer esto"; y que en un par de años también esté contando lo que está sucediendo en sus espacios. Que lo que de dónde eres, no te limite. Mi otro sueño será en algún momento dar talleres. Eso es lo que quiero, sobre cómo apoyar como a otros fotógrafos y fotógrafas emergentes para que también puedan tener acceso a estas herramientas para crecer, tanto en su trabajo artístico, como personas.

A.B: Tienes una inclinación por la fotografía floral. ¿A qué se debe?

L.L: Antes odiaba las flores. Sentía que estigmatizaban mucho lo femenino. Pero mi mamá ama las flores. Entonces, para mí, el estar retratando flores constantemente. Fue una reconciliación tanto con esa feminidad, como mayormente con mi madre. Una reconciliación de aceptarla, de abrazarla; sentía que mi mamá era una mujer muy sumisa porque le gustaran las flores, pero con el tiempo, cuando vas creciendo, cuando vas entendiendo, entiendes las cosas distintas.

Las flores fue un lenguaje para acercarme a ella, para entenderla y ha sido un tema que he estado explorando desde hace mucho tiempo, porque me he dado cuenta también de lo simbólico que son en Oaxaca específicamente. No puedes usar cierta flor para el panteón, pero no para la Iglesia, pero no para un cumpleaños. Cada flor tiene una razón de ser y dice algo y está hablando; así como también es mi lenguaje con mi mamá.