Dalia Xiuhcoatl: “Conectarme en comunidad me ha sostenido en el arte”

Si bien, decidir esta profesión requiere de disciplina, estar listos para cuando el telón se abra y caminar por un pasillo donde la mayoría de las puertas están cerradas, pero ella apostó con certeza, valentía y en comunidad. Decidió el todo terreno dentro de su preparación; primero con la danza contemporánea, después con la actuación en la ópera de Bellas Artes y, en espacios escénicos como el teatro Lúcido; luego el baile de calle junto a la casa de vogue House of Mamis, y por último con su voz junto a Los Cogelones -una banda de rock con quienes tuvo la experiencia de cantar en náhuatl-.

La mexicana siempre ha estado acompañada de distintas comunidades que la encaminan a redescubrirse como artista y ser humano; a sostenerse y a no desistir, porque existe una corriente de electricidad que recorre su cuerpo cuando interpreta y eso la ha llevado a romper esquemas, cruzar fronteras y hoy por hoy lograr que el director Javier Quintas (creador también de la Casa de Papel) pusiera los ojos en ella para protagonizar la serie el Zorro, una nueva versión que recién rodó en Islas Canarias, España. El diario de la actriz sigue acumulando historias en sus páginas y es por ello que hoy volvemos a sus raíces.

LA DANZA CONTEMPORÁNEA Y SU PRIMERA CONEXIÓN

Dalia, ¿tu infancia estuvo ligada al arte?

Sí, desde que era pequeña, tenía seis años y me cuidaban mis vecinos cuando mi mamá se iba a trabajar. Ellos eran actores, entonces para mí era ir a ver un mundo nuevo, rodeada de títeres, guiones y escenarios, vivir sus obras de teatro fueron mi primera conexión y eso se sumaba a la vida de mi padre, que se dedicaba a la docencia y si en su escuela había oportunidad de subirme a un auditorio, lo hacía; ahí me veías bailando y disfrutando, era muy atrevida.

Decidir ser bailarina, no es una carrera muy común para algunos padres, ¿cómo fue esa decisión?

Desde que iba a jazz y veía a chicas de 20 años quería ser como ellas, esforzarme... mi cuerpo también lo sentía, era esa química que me recorría de pies a cabeza. Yo tenía la certeza y mi madre me dijo que me disciplinara si era lo que quería y así lo hice siempre, una cosa me llevó a la otra.

¿Cómo fue ese proceso?

Entré a una escuela de iniciación artística del INBA a danza contemporánea a los 14 y lo combinaba con lo escolar (secundaria- preparatoria). Estaba tan apasionada que nunca me lo cuestioné, era eso o nada, mi cuerpo tenía esa seguridad y me aferré. Llegar a la escuela de arte me cambió la manera de ver la vida, fue un choque social y a la vez una validación a esa pasión porque entras con una comunidad que quiere hacer lo mismo que tú: música, pintura, teatro, danza... todo lo que rodea el arte. Hablas el mismo lenguaje y eso te abre el mundo.

APRENDER Y SENTIR MIEDO DE ENFRENTARSE AL MUNDO

Sé qué al descubrir el arte, cada puerta que abrías se convertía en algo nuevo para explorar y explotar....

Sí, después de la carrera de danza contemporánea estudié música, piano y apliqué para coreografía, la especialización en artes escénicas, hasta que salí y sentía que necesitaba aprender más pero a la vez con miedo de enfrentarme al mundo, empecé a cuestionarme: ¿cómo voy a vivir del arte? Entonces me puse una regla: ‘A todos los proyectos que vengan del arte los voy a aceptar’ y así fue...

¿Cómo vives esa certeza y a la vez incertidumbre?

Entre que trabajaba con los de la escuela y audicionaba me metía hacer performance, bailaba, daba cursos de verano, modelaba para pintura y fotografía -eso desarrolló mi creatividad- y de pronto, llegó una ópera en Bellas Artes, me quedé, era la primera vez que una puesta en escena era de un mexicano. Estar ahí me dejó la espina de la actuación, un compañero me llevó a una audición de teatro y debuté, para mí fue un gran shock.

Danza, ópera, teatro, y tu recorrido seguía ...

Mi sueño siempre fue actuar en cine, entonces empecé a prepararme en talleres y en el 2014 recuerdo que fui a una conferencia feminista a un lugar llamado La Gozadera, al final empezaron a bailar vogue, y recuerdo la curiosidad que despertaron en mí, así que me acerqué a Eduardo Mendoza, me habló de su historia y Las Mamis, la casa que tenían, me invitaron y bailé con ellos durante cuatro años.

VOGUING COMO HERRAMIENTA PARA EMPODERARSE

Eso no te guiaba al sueño del cine, o ¿sí?

Hay una diferencia grande cuando la calle te empieza a curtir. Bailar ahí te da cierto poder, y me ayudó a sentir que no tenía miedo a mostrarme plena. Del vogue me preguntaba ¿un estilo de baile y modelaje? Conocí a la comunidad Trans y LGBT, ensayábamos en un departamento y después salíamos a bailar a la calle, aprendí lo que era empoderarse con el cuerpo a pesar de que llevaba años bailando, tenía la conciencia sobre cómo me movía y lo sentía, fue un lapso en mi vida que cambió mi pensamiento, y entendí las disidencias, los círculos familiares, descubrí que el cuerpo es político, que no son las mismas realidades fue un momento de abrir, cuestionarme muchas cosas y sentirme arropada.

¿De qué vivías?

Seguía mandando mis fotos a castineras y recuerdo que me llegó un comercial de una marca de alcohol, lo hice y me ayudó a pagar varios talleres durante un año. De ahí empezaron a surgir más pero yo quería audicionar pero para cine, obviamente si salían e iba a ganar dinero no lo dudaba. En ese momento el vogue empezó a ser sonado en México y a mi mamá voguera le hacían entrevistas, entonces bailábamos también para cosas audiovisuales, empecé a conocer gente que me decía de castineras y ahí fue mi primera película: Esto no es Berlin.

Y sí, una cosa te llevó a la otra...

Estar con Las Mamis me llevó de cierta manera al cine, porque cuando audicioné para la película se trataba de una artista de los 80’s que hacía performance, entonces el director me empezó a preguntar sobre lo que pensaba del arte, la danza, platicamos y lo invité a una presentación vogue que tenía ese día; fue, estuvo ahí, y me quedé... Esa película fue un gran aprendizaje, me hizo entender la cámara, las funciones del mundo audiovisual

Una carrera donde el rechazo es parte del día a día...

Siempre hay un motor, que es el arte y sus distintas comunidades, porque es ahí cuando tienes fines en común, reafirmas tus ideas y sigues, a pesar de nos ser elegido.

¿Qué te sostiene?

Encontrarme en comunidades que me arroparon, sostuvieron y abrieron posibilidades, el sentido de comunidad me ayudó a cambiar mi pensamiento, darme cuenta que podía actuar, bailar, protestar con eso, cantar, me dieron un lugar en la música, dentro de todo esto también fui parte de una banda de rock cantando náhuatl en el Teatro Lúcido, todas estas transiciones me han hecho ver que el arte es a donde pertenezco.

¿Qué mensaje te gustaría dejar?

No privarte por miedo o inseguridad. Atreverte a hacer las cosas te va a dar un conocimiento y si eso te apasiona lo suficiente para ahondar solo es cuestión de disciplinarte. Llegar a ciertas metas requiere de muchos factores y parte del camino es entender el arte desde un círculo al que no accedimos desde un lugar de privilegio entonces hay que trabajarlo día a día desde el conocimiento y la búsqueda. Hacer comunidad, arropar y dejar que te arropen.

Créditos

Starring: DALIA XIUHCOATL
Producido por In the Park Productions para ELLE México
Fotografía y dirección: Tomas Reid
Moda: JJ Rizo
Maquillaje: Adrian González
Pelo: Erich Clemenz
Producción: Carlos Castellanos
Asistente de producción: Eva Domínguez