1. A veces, las bendiciones vienen disfrazadas de tragedia

“A los pocos años de abrir mi tienda en Chetumal, ocurrió una devaluación y tuvimos que mudarnos a Cancún. Ahí encontré un local y logré que finalmente los proveedores me vendieran las marcas que siempre había querido distribuir. La devaluación hizo que muchos negocios competidores no pagaran sus deudas. Ni ellos ni yo teníamos dinero, pero yo hice un plan de pago y di la cara. Los proveedores sabían que había un problema y yo no estaba inventándolo; de ese modo logré que creyeran en mí”.
2. Cada mercado es distinto
“Al mudarme de Chetumal a Cancún me di cuenta de que los mercados eran diferentes. Ahí se vendían presentaciones grandes sin atomizador, pues era un mercado de fayuca. Aquí era un mercado de turistas que preferían presentaciones pequeñas en spray. Tuve que cambiar de acuerdo a las necesidades del nuevo mercado”.
3. En ocasiones, ganar es perder y perder es ganar

“Me tardé dos años en pagar una deuda de 200,000 dólares. Tuve que renegociar, pedir a los proveedores que me surtieran productos que tenían demanda en Cancún por otros que dejaron de venderse al mudarnos de Chetumal y establecer planes de pagos. Al final, saldé todas mis deudas, mientras que muchos de los otros no lo hicieron”.