El tono azul del cielo va dando lugar a formas rosas y naranjas que lo atraviesan, creando un espectáculo natural que hace suspirar a cualquiera. El atardecer es un espectáculo natural que vale la pena disfrutar cada día, especialmente cuando nos encontramos en un nuevo destino. Las tonalidades y el pasar del aire crear una atmósfera romántica que enriquece cualquier postal natural o urbana. Por eso, estos son cinco atardeceres por los que vale la pena viajar alguna vez en la vida.
Santorini, Grecia
Shutterstock Una montaña cubierta por pequeñas casitas blancas es el destino más popular para disfrutar de la puesta de sol. Y con toda razón. Los se reflejan en el blanco de la ciudad y las luces cálidas de las farolas de la ciudad complementan la postal. El mejor lugar para verlo es el borde de la caldera, apenas visitado por locales y turistas .
Gran Cañón, Arizona
Shutterstock Un paisaje natural que, de por sí, es espectacular, es capaz de crear la mejor postal al atardecer. El paisaje cobra un aire misterioso gracias a los contundentes juegos de sombras formados por las formaciones rocosas. En el extremo sur del , el restaurante de The Grand Hotel es el mejor punto para disfrutar de las elevadas vistas al paisaje con un buen café en mano.
Parque del Retiro, Madrid
Shutterstock En otoño, el , en el centro de Madrid, cobra una tonalidad naranja que combina a la perfección con los tonos rojizos del cielo cuando cae el sol. Caminar por el parque a las 6 de la tarde implica disfrutar de los últimos rayos de sol que se cuelan entre los árboles. Para disfrutarlo aún más, pide un café y un churro para llevar y siéntate frente al Palacio de Cristal.
Santa Monica Pier, Los Ángeles
Shutterstock Imagina estar sentado en la playa, viendo a las olas romper en el clásico muelle de mientras el cielo cobra una tonalidad rosa pastel. El clima cálido y la brisa marina hacen de la arena el mejor lugar para disfrutar el escenario. Y, mejor aún si se acompaña con un picnic o un juego de volleyball en la playa.
Coliseo Romano, Roma
Shutterstock En Roma, . Mientras el cielo va cambiando de color, los juegos de iluminación del monumento le dan cierta profundidad a los arcos, entre los cuales se cuelan ocasionales rayos de sol. El mejor lugar para disfrutar esta vista es la calle Vía Celio Vibenna, de pie con un helado artesanal en mano.