Suelos, techos, paredes, muebles y vajilla rosa... El nuevo MaMa Kelly no solo es un homenaje al color, sino una señal de que la pink obsession está muy lejos de terminar.
Bajo el mantra , el restaurante de Ámsterdam juega con el color y las formas para crear un espacio ecléctico y arriesgado. Ubicado dentro del estadio olímpico de la ciudad -extraña, pero afortunada decisión-, el lugar mide 1,000 metros cuadrados y tiene espacio para consentir a 230 comensales.
En los cuatros pisos de , casa uno con un estilo distinto, la predominancia del rosa se acentúa con la presencia de dorado en los cubiertos y parte del mobiliario, así como con acentos verdes de las estilizadas palmeras que, además de ornamentar, funcionan como lámparas de pie.
El menú del recién estrenado restaurante es claro, sofisticado y sin mayores pretensiones. Las especialidades son pollo y langosta, y vienen en distintas presentaciones. Además de sopas, ensaladas y risottos, sobresalen el carpaccio de res y el tuna tartare. Una discreta puerta lleva al bar secreto, exclusivo para reservaciones en grupo. Siendo el único espacio que no es rosa, este pretende reflejar la llamativa personalidad de Ámsterdam.