Desde que los esmaltes de gel llegaron a nuestras vidas, el manicure se ha vuelto una preocupación menos (por un tiempo) ya que podemos olvidarnos de él por unas dos o tres semanas… hasta que llega el día en que el crecimiento se nota demasiado, o comienza a caerse a pedazos, indicando que ha llegado el momento de ir al salón de belleza a retirarlo.
Arrancarlo, literalmente, no es la opción porque aunque es posible, el daño que estás haciéndole a tu uñas es demasiado. Pero hay una opción fácil y eficaz para evitar el viaje al salón de belleza y deshacerte del esmalte en un par de minutos, para lograrlo necesitas:
- Lima de uñas
- Removedor de esmalte o acetona
- Aluminio
- Algodón
- Paciencia
- Palo de naranja (lo encuentras en cualquier kit de manicure)
Ahora que tienes todo el material, siéntate con tu libro favorito cerca o prepera un capítulo de tu serie preferida y pon manos a la obra:
- Pasa la lima suavemente sobre toda la superficie de la uña, hasta que el brillo de tu esmalte haya desaparecido.
- Corta pequeños pedazos de algodón y remójalo en quitaesmalte o acetona —la acetona es más eficaz, pero maltrata más tu piel y uñas que el quitaesmalte. Coloca uno a uno los algodones remojados cuidando que cubra toda la uña y después envuelve cada dedo en aluminio.
- Espera 15 minutos y después retíralo. No te recomendamos hacer las dos manos al mismo tiempo porque tal vez te costará trabajo hacerlo en la segunda. A retirarlo, remueve el esmalte haciendo presión con el palo de naranjo.
- Si es necesario, repite el proceso una segunda vez para remover el color por completo.
- Al final enjuaga tus manos con agua tibia y aplica una crema hidratante en manos y uñas.